El espíritu de la paz
- publicado el 25/10/2014
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Callejón sin entrada
Al asomarse se veía ese callejón a lo lejos como un edén particular. Al pasar, las personas cambiaban el semblante y diluían sus preocupaciones por un instante, cuando giraban en la esquina volvían a sumergirse en sus problemas y la cara se desfiguraba en rutinaria.
Nunca encontró la entrada, había callejeado por la zona pero nunca lo halló. Cuando regresaba del trabajo le gustaba observar el callejón y la pasajera alegría de la gente.
Qué pena que sólo hubiera ese callejón en toda la ciudad, qué pena que el callejón más deseado de toda la ciudad no tuviera entrada.
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- Callejón sin entrada - 12/01/2014
Qué interesante. Y muy bien escogida la foto. Me ha traído a la memoria un pasaje de Neverhwere, una novela del genial Neil Gaiman. ¡Un Saludo!
Sorprendente, original, fresco. ¡Felicidades!