NADA
- publicado el 18/11/2013
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Diario de un elfo…«Diferente»
Mi nombre es Anfauglir y en unos instantes, cuando la luna brille plena sobre nuestras cabezas, cumpliré ciento veinte años. Según quien lea este diario puede pensar que es una barbaridad de años o por el contrario algo insignificante. Lo cierto es que soy bastante joven. De hecho con esta edad, por fin, seré mayor de edad. Y para el que aún siga perdido, diré, que «Soy un elfo». Según mi madre un elfo algo «diferente», aunque aun no sé por qué. No me veo nada especial, nada distinto al resto de elfos. Mis orejas son picudas, mi tez es pálida pero sonrojada, y habilidades tengo más o menos las mismas que los elfos de mi edad. Si es cierto que sobresalgo un poco en cuestión de fuerza a mis iguales, tal vez tengo un ápice más de garra, ímpetu o como dice mamá «más nervio» que los otros.
No soy muy dado a escribir este tipo de diarios, en general no soy muy dado a escribir nada. Pero hoy va a ser un día especial, lo percibo en el ambiente, tengo una sensación extraña. Quizás mi madre haya contribuido a ello. Lleva varios días; yo diría que semanas, excesivamente nerviosa, irascible, en ocasiones fuera de lugar. Si tuviera que definir en una frase a mi madre con total certeza lo haría con los adjetivos antónimos de los que acabo de utilizar. Nunca me dice que le ocurre pero presiento que tiene que ver con mi cumpleaños. Para los Elfos la mayoría de edad es un gran acontecimiento y se suele celebrar con notoriedad. Pero la preocupación que noto en ella, la tensión que siento en su mirada y en su voz…no sé lo veo excesivo. ¿Qué puede salir mal? es una celebración de tantas, solemos organizar miles al año. Si algo tenemos los Elfos es camaradería con los invitados (que casi siempre solemos tener) y gusto por las celebraciones y fiestas. Además ella es envidiada por la comunidad por su perfección y detallismo a la hora de montar y organizar recepciones o conmemoraciones. Pero nunca me cuenta nada de su nerviosismo…«no me pasa nada hijo, en serio no te preocupes, son imaginaciones tuyas». ¡Y voy y me lo creo! Sé que tiene relación con mi cumpleaños o quizás como alternativa barajo que tenga algo que ver con mi padre. El otro «gran secreto» de mi madre, que para mí, por norma general, es un libro abierto y jamás me ha ocultado nada…aunque últimamente lo empiezo a dudar.
Solo sé de mi padre que murió siendo yo muy joven y poco más. Nunca me habla de él, dice que hay poco que contar, que fue un error que cometió de joven del que, de lo único que no se arrepiente es de mi nacimiento. Aunque eso no quiere decir que no lo quisiera en su momento de una manera casi salvaje, pero que aun así fue un error. Y fin de la historia. No cuenta nada más, ¿quién era?, ¿a qué se dedicaba?, ¿por qué murió? No lo sé, ignoro todos esos detalles de los que un hijo le gustaría conocer del que fue su padre. Pero en fin aunque desearía que estuviera aquí en este día importante sé que no puede ser.
Se va acercando la hora en la que por fin podré decir que soy «Mayor de Edad». Quedan ya pocos segundos para las doce del día Mettarë uno de los dos día del año Élfico (el que le sigue sería Yestarë) que hacen de nexo entre las estaciones de Retorno y Primavera. Curiosamente a las doce exactamente de un día Mettarë de hace ciento veinte años mi madre me dio a luz. Aunque la fiesta no se celebrará hasta dentro de doce horas, es decir pasada la noche, cuando el sol este en su máximo esplendor. Quizás el nerviosismo de mi madre se me ha contagiado porque conforme pasan los segundos acercándose a la medianoche noto un cosquilleo por todo el cuerpo. Cinco, cuatro, (y el hormigueo aumenta hasta llegar a ser, algo molesto), tres, dos, uno…
̶ ¡Oh, por todos los dioses, que diablos me ocurre!
Anfauglir de repente noto un fuerte dolor por todo su cuerpo y comenzó a retorcerse perdiendo el equilibrio y cayendo bruscamente al suelo. No sabía que le estaba ocurriendo se arañaba el cuerpo y la cara impotente de tanto sufrimiento. Por la ventana la luna llena observaba, reluciente, la extraña escena. Cada poro de su bello y pálido cuerpo pareció invadido por un millón de aguijas punzantes. Todo duro apenas unos segundos pero para al joven fueron siglos. Cuando al fin logro reponerse de tan súbito terremoto corporal, apoyo su rodilla en el suelo y se levantó. Aún estaba bastante aturdido y con la vista medio nublada, pero pudo vislumbrar una imagen espeluznante reflejada en el espejo de su dormitorio. ¡Una bestia peluda, grotesca y con garras, le acechaba…!
̶ Nunca pensé que pudiera ocurrir ̶ susurro desde el umbral de la alcoba su madre ̶ He rogado a todos los dioses de este y otros mundos, durante ciento veinte años, para que esto no sucediera. Me engañaba a mi misma pensando que por ser un élfo no te afectaría, que quizás lograrías esquivar al destino…pero en el fondo siempre supe que no sería así. Al principio será complicado para ti, para mí y para toda la comunidad; pero ¡hijo, lo superaremos te lo prometo! ̶ El peludo y bestial chico elfo permanecía boquiabierto escuchando sin entender del todo bien a su madre, cuando ésta pareció que leyera su mente y sentenció ̶ Anfauglir significa «nombre del lobo Carcharoth» en élfico antiguo. Hijo, lo que quiero decirte, es que… tu eres, mitad elfo y mitad hombre lobo. Tú padre fue un legendario jefe de los Licántropos, que murió en la mítica guerra entre elfos y bestias. Fue capturado por tu abuelo y me enamore de él. Conseguí que huyera y fue un grave error pues le dieron caza y muerte.
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