Caricias

  Fuera la lluvia lo cubre todo, está fría, y la noche se ve más oscura que de costumbre. La luna está escondida entre las nubes y no parece tener intención de salir. Desde dentro veo el cristal empañado, salpicado de esas pequeñas gotitas que hacen el mundo borroso. Lo rozo con los dedos tratando de quitar un poco de vaho pero enseguida vuelve a surgir para sustituir al que se ha ido. Aún así, sigo mirando a través de él, intuyendo todo aquello que no puedo ver.

  De repente noto tu aliento en mi nuca y desde mi estómago sube una ola de calidez que me hace empezar a temblar, como siempre que te tengo cerca. Cierro los ojos y dejo que me des la vuelta y me abraces. Es increíble el calor que puedes provocar con un simple roce. Bajas tu mano por mi espalda y un agradable escalofrío la recorre detrás de tus dedos. Me estremezco, caigo rendida y busco tus labios. Me pierdo en tus ojos una vez más, suspiras, sonrío. Me deseas, lo demuestras con cada gesto. Si te soy sincera, no veo la felicidad de otra forma que no sea entre tus brazos.

Salamandra
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