La extinción

Si pudiera cambiar el destino haría que todo fuese diferente. La luna saldría por el norte, el sol por el sur, y este caudaloso río volvería a ser lo que era – dice Penélope compungida por el desastre. Se encoge a los pies de un cedro, pliega las alas transparentes y espera con los ojos cerrados que todo cambie. Una ligera brisa se abre en el bosque. Alza la mirada y observa caer los árboles. Esta vez no son los gigantes, hace tiempo que el hombre olvidó este lado del mundo y quizás mañana, puede, si nada cambia, deje de existir.

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