La fuente de la eterna juventud

Su último recuerdo antes de despertar en aquella sala de interrogatorio fue contemplar sus manos ensangrentadas a consecuencia de la fuerte colisión lateral de un todoterreno negro contra su pequeño utilitario, después el Tricloruro de Metilo hizo su cometido. Padecía los síntomas normales por inhalación de cloroformo, un asqueroso sabor en la boca y sensación de pesadez de estómago. Se incorporó con una divertida mueca dibujada en su rostro.

<<¿De verdad creían que con intimidaciones les diría como llegar?>> Era demasiado tarde. Podían torturarla si querían, había bebido de la fuente.

-¡Ahora soy inmortal! -gritó.

Tania M. Crespo
Últimas entradas de Tania M. Crespo (ver todo)

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada