Una razón como cualquier otra

El salvoconducto fue aceptado. Después de una frenética huida, el experto cazavampiros del siglo XVI, doctor Abrahams (perseguidor perseguido por azares que no vienen al caso), respiró: supo que estaba a salvo. Acababa de poner pie en los dominios de Felipe II.

Carlos H. Nachon
Últimas entradas de Carlos H. Nachon (ver todo)

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada