LÁGRIMAS DE MUJER CON HOMBRE AL FONDO

Vimos todo lo que sucedía desde el bodegón de enfrente pero  sin poder hacer mucho más que eso. La situación invitaba a gritar si hubiera habido alguna posibilidad que el vigilante nos escuchara, o marcar un 112, cosa imposible en pleno Barroco. Un único consuelo: por cómo se iba desarrollando aquello la sensación es que en su paisaje tampoco querían ayudarla.

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