Aura roja
- publicado el 02/02/2014
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Una nueva canción
Se miró al espejo, recogió las mangas de la camisa, se puso las gafas de sol y metió las manos en los bolsillos: «- ¡Perfecto! Luego, agarró la guitarra acústica por el mástil, y salió a la calle mientras se atusaba el pelo.
El concierto era en plena calle. «-20 minutos, unas 5 canciones,………… Menos es nada.» El público estaba formado por un grupo de chavales, que no paraban de reír y fumar; unos niños bailando ante la alelada mirada de los padres; y el típico principiante, que comparaba cada gesto mío con el que él hará cuando sea famoso. Despedí el concierto con un lacónico «gracias», y me fui a casa con mi guitarra acústica agarrada por el mástil.
«Se me da bien componer canciones. No se solfeo, pero tengo «oído» para la música, y bastante intuición. Aunque a veces pienso que es una maldición: Tener talento, y que nadie a tu alrededor sepa apreciarlo. La verdad, no se porqué sigo con esto, ¡a mi edad!, ahora que la vida se ha convertido en una discreta cuesta abajo hasta el final……………»
La expectación era impresionante; hacía meses que se habían vendido todas las entradas; incluso se iba a retransmitir el evento a todo el mundo por internet. Se apagaron los focos, el griterío era ensordecedor; una luz iluminó el centro del escenario, y hacia allí se dirigió con sus gafas de sol, las mangas de la camisa recogidas, y la guitarra acústica agarrada por el mástil. Se colgó la guitarra, se atusó el pelo, se puso delante del micrófono, y cantó su nueva canción, ante un público enfervorizado.
Bajó del autobús y subió corriendo las escaleras de casa. Cogió la guitarra, y se puso a cantar: ¡Se le había ocurrido una nueva canción!
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