Despechada

Me ofreciste tu enjambre de misterio,

como postre de Dios almibarado,

delicioso de azúcar engendrado,

no me tomé esta ofrenda muy en serio.

 

No supe más que hablar un improperio,

se retiró mi estoque acomplejado,

tu audaz pasión me dejó anonadado,

y se tornó en gris invierno,mi imperio.

 

Tu lengua,de veneno desbocada,

herida en su amor propio de doncella,

tu inocencia,de hembra entregada,

 

se alejó más allá de las estrellas,

tu silencio de ninfa,que callada,

dio portazo, tronando a mil centellas.

 

Alfonso Nieto Carretero
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