La muñeca de trapo

Aquella mañana nos levantamos muy temprano, en la calle Leganitos repartían leche en polvo entre las familias de la zona con hijos pequeños. Yo, como la mayor de mis hermanos, tenía cinco años, acompañaba a nuestra madre. Pegada a mi iba Marilyn, mi muñeca de trapo favorita, mi única muñeca en realidad. Íbamos las tres cogidas de la mano. Sonó la alarma antiaérea, corrimos hacia el refugio; de pronto comenzó a oírse el estruendo de las bombas, como otras veces, la alarma sonó tarde. Una fuerza descomunal nos separó, quedamos tiradas en el suelo, yo sentía un enorme calor, me dolía el pecho, miré y vi que Marilyn yacía a unos metros de mi destrozada, apenas reconocible. Grité, grité fuerte mientras las lágrimas iban ahogando mis palabras”¡Mamá, mamá han matado a Marilyn!”. Ni los besos de mi madre lograron consolar el dolor intenso de la primera pérdida de mi vida.
Doa
Sada 17 Junio 20

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