Plusquamperfecto

Querido Marlow,

Si ves mucha televisión verás que hay un mensaje, obligado por lo demás, donde te dicen que no hay crimen perfecto. Pero verás, porque este es doblemente perfecto. Sin esta carta, nunca encontrarías al asesino, es decir a mi, a quién de todas formas no encontrarás  si no fuera por esta carta. Pero sabrás quién y cómo; la identidad de la víctima la averiguarás de inmediato cuando encuentres el cuerpo. Espero que comprendas que esto es un ejercicio. Claro, hay un muerto pero es “daño colateral” y comparado con cualquier guerra, disculpa el cinismo, es casi nada. Lo de más es probar que existe el crimen perfecto. Doblemente perfecto.

Comencemos por la víctima. Masculino, 45 años, cabello castaño, 1 metro 65, 70 kilos. Totalmente estándar. Podría ser cualquiera. Y es cualquiera. La primera clave es que no hay motivo, ni aparente ni oculto. No tengo nada en contra de este señor el que, por lo demás, es de costumbres fijas. Sale y llega a la misma hora todos los días y en su casa no lo espera nadie. No sé ni me interesa saber si tiene antecedentes, si es narcotraficante, de la mafia, o un hombre ejemplar.

El asesino es hábil con la navaja, pero no es ni carnicero ni peluquero. Es hábil como cualquiera con un cuchillo. El lugar, un barrio cualquiera, clase media, medio mal iluminado. Me pongo un zapato más alto que el otro para simular una cojera, una peluca oscura, ropa común, por si hubiera algún testigo. No hay cámaras de seguridad.

Un día cualquiera (ni te molestes en buscar una clave), eso sí, sin luna a las 10 de la noche, la calle desierta. Lo espero pacientemente en un desván, debo dejar pasar la primera noche porque pasa un auto de policía, pero a la siguiente, lo mato con una certera puñalada y me aseguro de su muerte con un tajo a la yugular. “Quirúrgico”, lo llamará el forense.

Y ahora comienza tu problema. Llevas una semana repasando las pistas inexistentes, los testimonios opuestos de testigos que, en realidad, no han visto nada. Y comienzas a sospechar lo que en el fondo, ya sabes. Este podría ser un crimen sin solución. Hasta que recibes esta carta: Todo está aquí: mi identidad en el papel lleno de impresiones digitales, que te cuento dónde está el cuchillo y te cuento el motivo. Que te cuento dónde me puedes encontrar. O sea, el crimen es perfecto. Y además de perfecto, atrapas al asesino. Un poco tarde, eso sí.

Cuando recibas esta carta, estaré muerto, bien muerto. Perfecto para ambos.

 

Miguel Roth
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1 Comentario

  1. Maritza Ramirez Suarez dice:

    Muy bueno Miguel. Lo releí con tu voz (emergió cuando leí tu nombre) y me gustó más todavía. Los crímenes perfectos existen, solo que la policía los llama «sin solución», «caso pendiente» o los archivan. Cuestión de nombre, nada más.

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