La oveja negra
- publicado el 26/02/2019
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PEDO, CULO, CACA, PIS
¿Por qué teníamos de pequeños el empeño de hablar de porquerías?. La falta de tele creo que tuvo que ver… más bien, pues eran pocas las familias que gozaban de aquel privilegio, los demás solamente los sábados y domingos, en una cafetería de «confianza», donde se nos aparcaba con una coca cola para repartir entre cinco y viendo lo que había… Bonanza, Rin Tin Tin, los Picapiedras y todos los anuncios de la época.
Era verdadera obsesión ese «TEMA», se hablara de lo que se hablase siempre, en el medio de la conversación si se «terciaba» o no, alguien metía baza con un chiste verde o iniciaba alguna conversación con un tema escatológico gratuito, sin venir a cuento de nada.
Y… ¿ si ese alguien aquel día no había venido por tener gripe, por ir al cine o al dentista?AH!, tranquilos, al final de la tertuia, siempre, siempre,- no podía ser de otra manera – se acababa con cualquier excusa e incorporarla al «acto final».
…¿ Excusa?, pues cualquiera :
a) que en momento pasase una chica con buenas, o buenísimas tetas… buenos muslos… buen culo (entonces, aparte de las brutalidades que entonces se llamaban «piropos»), en cuanto se alejaba un poco los comentarios eran ya de dos rombos ( para los menores de 60 : los rombos eran los que te ponían en una esquina del televisor para indicar que era para mayores): Yo a esa le echaba…., metía yo la cabeza entre… ¡Dios con ese culo hacía yo un cocido…!
b) Que el «cantamañanas de marras» contase el «polvo» que había echado el pasado miércoles con la vecina cuando vino a pedir sal…
c)El sábado anterior con su novia, JAJAJA, eso no había Dios que se lo creyera (ella del OPUS, interna en un colegio de monjas y… ése sábado precisamente había estado castigada sin salir por tener un cero en gimnasia por no haber hecho la voltereta), jejeje. Ese en cuanto salía por la puerta los demás se tapaban la boca para que no les oyese la gran carcajadaque les salía a todos a la vez.
d) O… con la criada de casa, que sus padres salieron a cenar y que la «chica» entró en su habitación a llevarle el orinal por si tenía ganas por la noche y que al agacharse él la empezó a tocar el culo y ella… (casi sin querer), que se le metió en la cama… JAJAJA, la historia sí es parecida, ella fué a llevarle el orinal de porcelana blanca ribeteado en azul cobalto, sí… pero para lo que fué era para taparle hasta los hombros y recitar con ella el Jesusito de mi vida…
e) En el recreo del colegio, o a la hora de la comida en el receptorio ( para los menores de 60 éste era el sitio al que hoy llamamos comedor), mientras se leía un libro de urbanidad ( para los menores de antes era un libro que te enseñaba modales, educación, cómo guardar las formas… un aburrimiento) pues siempre había «el más leído», ese estaba super preparado, pues le mangaba a su padre un libro de la colección del Readers, que escondido debajo de las sábanas con linterna en mano se aprendía de memoria con pelos y señales y lo recitaba varias veces para soltárlo al día siguiente a sus compañeros, dejándolos con los ojos tan abiertos como la abertura de sus bocas…
Por la tarde, antes de la misa, se pasaban por el confesionario para dejar allí sus pecados recientes, que serían el haber oído «cosas feas», pero disulpándose con el curita de que lo oyó, porque estaba allí y no le quedó más remedio… vamos que fué sin querer.
Bueno ¿ y lo del diccionario? eso era…. lo más salido ( sin segundas) y lo más metido (también sin lo anterior) de las librerías de las casas, de las del cole, de las bibliotecas y… de los despachos del padre.
El día de la primera comunión era uno de los regalos más esperados…( el diccionario «de aquella»era El Señor de los Anillos o Harry Poters de… «hoy»). Podías dejarte «mangar» el Tiburón Citroën PAYÄ, que funcionaba sólo y… sin pilas, pero ¿el diccionario? ¡ que vá!, ese se lo dabas a tu madre para que lo custodiara, casi con un cartel: IMPORTANTE GUARDAMELO MAMA QUE NADIE SE LO LLEVE A SU CASA… y por supuesto ya habías puesto en la hoja siguiente a la portada, tu nombre, con apellidos claro, tu dirección, tu teléfono, el de tu abuela, el de tu tía y no le ponías la huella dactilar de milagro, aunque seguro algunos lo harían mojando el pulgar en aquel chocolate espeso que se ponía en todas las comuniones para mojar aquellos churros deliciosos (para los menores de 60, os quedásteis sin probar aquellos manjares pues nada tienen que ver con los chocolates y churros de hoy).
Ya, cuando te cansabas de jugar al futbol, al palé, al brilet ó a tratar de ligar a las hermanas mayores de tus invitados, se íban a una esquinita del parque llevando : la bola del mundo, el juego de lotería, el del parchís y… debajo de la camisola del traje de marinerito, o el de fraile ¿qué se llevaba escondido?… pues » EL DICCIONARIO», le hacían «corro» como si fuesen a liar un canuto y era… como el NO-DO(para los menores de 60, el NO-DO era lo más importante de una película, venía a ser como el telediario de hoy, pero te daban las noticas de 3 meses atrás, pero como no sabías las actuales pues era muy pero que muy importante) pues el diccionario era eso, lo más importante, el libro de la sapiencia, el que te íba a hacer «mayor», se abría todo lo gordo que era y en ese momento esa parcela se convertía en un gallinero ( para los jóvenes menores de 60 el gallinero era la parte de arriba de un cine donde no había asientos, todo el suelo estaba de un año para otro sin barrer, lleno de cáscaras de pipas, cacahuetes, bolsas de patatas, chicles pegados en el suelo en las paredes, había hasta ratones que a veces tiraban a platea, (la parte de abajo con sillas para eso pagabas más) lo de arriba era casi gratis y se llamaba así porque no te dejaban oir la peli por el jaleo que armaban, aquello era una ciudad sin ley.
Una vez abierto, ya no había quién se entendiera, era por un lado uno: la «C» busca la «C», corre, apura,el segundo :busca CULO, a ver en la «C», COÑO, CONA, CACA ¿ qué dice?, ¡NO! (otro), mejor busca CARAJO, venga, carajo date prisa… Otro, busca la «A», ANO, busca ANO, ANAL… El tercero: busca en la «P», PIROLA, PILILA, PENE, PIPÍ, PIS, PEDO.. había dedos voluntarios para hacer de marca páginas y no perder las anteriores y seguías oyendo, la «T», TETAS la «S» SEMEN… y así salían todas las guarrerías que tenías que buscar en tiempo record, contra reloj, como si de una maratón se tratase, las risotadas se oían en Japón… ellos se creían que estaban solos en ese pequeño mundo, asique, cuando por sorpresa se acercaba un adulto, puro en ristre, echando una bocanada de humo y sujetándose un elástico de sus tirantes, les decía, : Qué chicos, parece que os lo estáis pasando muy bien, qué hacéis, quereis que juegue con vosotros?, entonces el diccionario que era más gordo que el libro grande de » PETETE», o bien por arte de magia se convería de repente en un misal ( para los menores de 60, era un complemento para hacer la primera comunión, era blanco blanquísimo, y tenía unas cintas de colores para marcar la misa, en él se guardaban los recordatorios, y sin eso y el rosario la comunión no valía, vamos que no te daban ni la hostia ni el chocolate con churros ni por supuesto «EL DICCIONARIO»)… ó, hacías en un periquete una excavación ayudado por tus uñas, y lo enterrabas como quien esconde el cadáver en la escena del crimen. Cuando en casa te «cazaban» con el diccionario, o bien se lo metías debajo del culo del que estaba enfrente o a tu lado o bien lo tirabas por la ventana antes de que te encontraran con el cuerpo del delito, bueno… si tenías la suerte que la ventana estuviera abierta, si era lo contrario te venía «rebotado» y entonces nadie te salvaba de dar una respuesta rapídisima como que estabas buscando Tajo, el río Tajo… era casi como cuando te pillaban fumando, la colilla que ya habías encendido a lo largo de 7 días para dar simplemente una calada, casi lo cortabas con tijeras para que al apagarlo te quedase la mayor largura posible… para no quemarte las cejas al encederlo por octaba vez, pues si te cazaban una de dos.. o bien te lo tragabas encendido o bien… se lo metías al de enfrente o al de al lado… también por el culo, como con el diccionario.
Aunque los menores de 60 años no lo podáis comprender, fueron esos años para nosotros lo que llamamos » AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS», yo… no los cambiaría por nada del mundo daría lo que fuera por volver a ellos…
¿ Y TÚ ? … ¿ HARIAS LO MISMO?… ¡SEGURO QUE SÍ!
(tranquilos jóvenes esta pregunta es sólo para los mayores de cincuenta y muchos… sesenta)
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