Confesiones de un Asesino

Querida mía,

A pesar de los momentos tan íntimos que hemos pasado juntos,  todavía hoy un escalofrío recorre mi espalda al ver la parte de ti que guardé conmigo. El volver a oler tu aroma y revivir los sentimientos que entonces provocaste en mí me hace inmensamente feliz y especial.

Quiero que sepas que no te guardo rencor por tu desprecio hacia mí, ni por las veces que intentaste escapar, o por las muchas horas que te dedicaste a gritar atada desde el sótano, sin importar si yo dormía, estaba enfermo o cansado. No, no te guardo rencor. Sé que todo eso era a causa del miedo que te embargaba, de la desazón y de tu falta de raciocinio. Todo aquello era culpa de tu tozudez, de tu incomprensión, ¿acaso no veías que lo hacía por ti? Tú eras toda mi motivación. La razón de que hiciera todo aquello. Tenía que salvarte, y eso hice.

Con esto no pretendo conseguir tu gratitud, sé que en el fondo sabías que era lo mejor. Era esta sociedad corrupta y decadente, indignada por los actos de los incomprendidos como yo, la que hacía que no quisieras la salvación. Pero yo te abrí los ojos y te hice mirar, y a pesar de tus falsas súplicas y sollozos, sé que te liberé de una gran carga. Te hice libre y no es necesario que me des las gracias.

¿Sabes?, al principio no entendía por qué quería contarte todo esto -es algo que tú ya sabes-, pero entonces me di cuenta; te había vuelto a encontrar, en cierto modo, en este horrible mundo que llaman vida. Te veía todas las mañanas de camino a mi insulso trabajo en la imprenta, y una mano invisible presionaba mi pecho sin saber por qué… hasta ahora. Finalmente comprendí que volvías a ser tú pidiendo que te salvara, y eso haré. Mañana diré en el trabajo que estoy enfermo, te seguiré hasta tu casa, te ayudaré a dormir y después volveremos juntos aquí, para hacerte comprender, otra vez, que necesitas ser salvada y que todo esto lo hago por ti.

No sé cómo explicarte la emoción que me embarga, lo ansioso que me siento por estar juntos de nuevo, pero ya es tarde y quiero estar descansado para cuando volvamos a encontrarnos mañana. Esta noche dormiré con tu recuerdo y fragancia a mi lado, guardados en aquel mechón que inconscientemente querías que me quedara. Y mañana me ayudarás a conseguir un nuevo recuerdo.

Antes de darte las buenas noches, quiero que sepas que eres la razón de mi existencia y, aunque no sé cómo, estoy seguro de que yo soy la razón de la tuya.

Te quiero, Muerte.

 

Un asesino enamorado.

Eureola
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