Los últimos lectores.
- publicado el 25/02/2015
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El último acto
Un disparo en la oscuridad.
Así empezó todo.
En ese momento todo estaba llegando a su fin, y por otro lado, estaba comenzando una nueva etapa.
El último acto.
La bala golpeó mi cuerpo con la misma rudeza con la que el telón cae al suelo, con una cierta ligereza que te avisa de que está atravesando carne, músculo y hueso con total facilidad. No había miedo o sorpresa, si no más bien cierto reconocimiento.
Como un viejo amigo con el que te vuelves a encontrar, el dolor pasó a través de mi ser. Dejando atrás sólo un cierto vacío que no volvería a llenarse jamás.
Había, sin embargo, en la cara de mi asesino, cierta expresión de anhelo, mezclada con tristeza, como si el haber llegado hasta este punto, el haber vencido, le dejase sólo, que de hecho, es lo que estaba ocurriendo.
Los pétalos se levantaban a mi alrededor mientras caía hacia atrás, en una inevitable vorágine de colores y rayos de luz que se entremezclaban con mis extremidades, dándole a toda la situación una belleza épica que se fundiría con el tiempo.
El sonido,… Ése sonido. El aire entrando por mis oídos me trasladaba hasta el mar. Me traía recuerdos de mejores momentos, de lo que la luz podía ofrecer contra la oscuridad. De hecho, me di cuenta de que toda nuestra historia era parecida a la que ocurre en la costa: las olas, con infinita paciencia, chocaban contra las rocas, que resistían sus embestidas una tras otra, pero sufriendo el paso del tiempo y de la erosión, hasta que un día, sin más, caían en pedazos destrozadas por su enemigo.
El final de la última obertura. La luz aplacada y la negrura venciendo a mis pupilas.
En un momento, unos segundos… Todo había terminado.
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