Me gusta cuando yaces desnuda, de costado, en nuestra cama.

La curva de tu espalda, al unirse con tu cadera,

dibuja un insinuante montículo que disfruto al pasar mi mano

,acariciando,

de arriba abajo, tu piel tersa y suave.

Me gusta tu piel erizada al paso de las yemas de mis dedos,

tu respiración tranquila y acompasada,

desviarme de tu silueta y rozar tus senos

con el dorso de la mano.

Jugar con el botón de tu pecho,

sentirlo crecer entre mis dedos.

Y acariciar tu espalda, bajar y entrelazar mis dedos

en tu Monte de Venus ensortijado y moreno,

mojarlos de tu humedad.

Me gusta dormir contigo, desnudos,

sentir tu calor, tu piel, tu suavidad.

Abrazar tu cintura, mi pecho contra tu espalda,

tu cuello en mi mejilla, tu pelo cosquilleando mi cara.

Me gusta cuando yaces desnuda, de costado, en nuestra cama.

Me gusta la redondez que dibuja el final de tu espalda,

la esponjosidad de tus glúteos, el tacto de su piel,

cual gelatina,

cuando te abrazo, desnudos los dos, desde detrás.

Me gusta dormir contigo, desnudos,

piel con piel, abrazados.

Mi pecho en tu espalda, juntos,

agarrado a tu cintura de bailarina.

Me gusta. Me gustas.

Tu piel, tu espalda, tus pechos,

la redondez de tus glúteos,

la humedad de tu ser.

Me gustas tú.

Dormir desnudos, abrazados.

Y sentirte así, natural. Tu piel y mi piel.

Me gusta cuando yaces desnuda, de costado, en nuestra cama.

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