Donde crecen los jardines
- publicado el 27/08/2008
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«RARA SENSACION»
Y esperó toda la tarde, mirando el reloj a cada momento, se le escapaban los minutos como si fueran segundos, miraba el teléfono, lo abría una y otra vez como preocupada por si no funcionaba bien, si no se oyese por alguna razón ajena a lo que ella esperaba con tanta ansia.
Se le acababa el tiempo que tenía y se la veía inquieta de un lado a otro, como perdida, buscando algo en alguna parte sin encontrarlo, en realidad nada en concreto, solamente para hacer tiempo matando el «tiempo».
Hizo lo que tenía que hacer, pero que retrasaba para no estar ocupada en ese momento preciso, el que solamente quería atender lo que a ella le interesaba, lo que ella esperaba, lo que ella necesitaba con desesperación.
Salió de casa con las llaves del coche en la mano, llegaba tarde, pero íba sin prisas como esperando ese sonido que tanto le encantaba oir, porque detrás de él estaba lo que ella quería.
Arrancó y ya sí que tuvo que acelerar sin remedio… y aceleró para llegar pronto y no estar ocupada para cuando sucediese… pero no pasó. Ya miró el reloj y el tiempo se había agotado sin remedio.
Y cuando ya se había metido de lleno en otros asuntos…¡sonó!, Dios, ¿por qué ahora? (me cago en todo lo que se mueve)… ¡ahora no puedo!… sólo un momentito para decirle dónde estaba… mandarle un beso y decir muy bajitoun «te quiero». La sensación fué de lo más extraña, se quedó fíjamente mirando unas carpetas, queriéndo escapar corriendo, pero no poder hacerlo, pensando en recuperarlo con cualquier disculpa… que no entraría en lo normal de esa otra situación en la que estaba. Empezó a surgirle una sensación incómoda, como si a una niña pequeña la hubieran castigado sin su mejor diversión, sin su entretenimiento, sin su juguete más preciado. Notaba cómo su cara no podía cambiar ya de expresión y que la que estaba enfrente había visto con toda claridad, el gesto ya no cambió, estaba muy, pero que muy fastidiada, enojada, furiosa… y así siguió toda la tarde, con la incomodidad y la impotencia de que ya se había perdido el día, que su «aliciente» se había esfumado en un segundo habiendo tenido tiempo anteriormente, se irritó contra sí misma y su mal humor, unido al tema que se íba a tratar ya no la abandonó el resto de la tarde.
Fué una de las peores sensaciones que tuvo últimamente, aún ahora se pregunta el ¿por qué? tuvo tan mala suerte, para ella era muy importante esos momentos que pasa todos los días y que además, el día anterior le pasó un episodio por el mismo estilo.
No puede olvidarse ni un solo rato de lo que hoy se ha perdido, se enfurece cada vez que lo piensa, cómo le afecta, está triste, derrumbada, pesarosa… ha tenido una sensación rara, muy rara, una mala pesadilla, un decir: ya pasó, ya no se puede hacer nada…el resquemor de «podía ser y no ha sido», eso la ha frustrado mucho.
A ver si puedo acostarla pronto, que no piense en lo que no ha podido ser y que sueñe que mañana si será…la arroparé y le daré un beso, el que ella esperaba de otra persona a la que adora y que hoy no pudo decírselo…mañana sólo pensará que ha sido un mal sueño… seguro que se le pasa, me dá mucha pena de cómo lo está pasando, del cómo, algo que parece sin importancia para ella es esencial, primordial y necesario…
Duérmete mi niña que mañana serás feliz otra vez, te lo prometo.
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Hola VICTORIA, me alegra verte de nuevo a la marcha, leí tu relato y me gustó, yo también sigo por aquí.
Recibe mis saludos.
Ja,ja,ja, seguro que piensas que estoy como una «cabra»… (tampoco creas que te equivocas mucho…), pero verás que tenía razón en decirte que era como un «camaleón», paso de un color verdoso(… la esperanza de un burro-a, jajaja) a un rojo-granate de sangre muerta más que muerta, ya necrosada, negra… así soy… entre cabra y ovejita. Un saludo, ahora voy a leerte ¿vale?. Victoria.