LA CATARSIS

Escribía desde las entrañas, como nunca había hecho antes, sabedor de que en la búsqueda de lo formalmente correcto, se  termina por distorsionar la pureza de las emociones.

Comenzaba a asomarse al abismo de la desidia, aquel donde las escenas más mundanas de la vida diaria se desdibujan como sucesivos fundidos a negro.

No es depresión, es puro resentimiento- se decía.
Lo cierto es que sentía más ira que tristeza, hasta el punto en que ya casi todo le provocaba profunda irritación.
Había decidido sublimar esa ira en algo creativo, pero no era suficiente.
Necesitaba algo más.
Escribía para liberarse y, mientras lo hacía, intentaba buscar causas. Había encontrado algunas, aunque dudaba de cuál sería la primera.

En su mente ya tenía una firme declaración de intenciones: no aportaría absolutamente nada nuevo al conocimiento, ni pretendía crear algo extraordinario. Usaba la narrativa como mera catarsis.

Cortando la primera de las raíces de su ira, empezó a vomitar todo cuanto le roía las entrañas.
Victoria Permuy Maceiras
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