Tomad y Bebed
- publicado el 18/06/2009
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¡QUE PACIENCIA!…
La escucha continuamente, aunque lo que diga cada día sea igual al anterior…tiene la paciencia del Santo Job, ¿qué digo?… ¡mucho, muchísimo más! y mira que no es pesada…no lo sabré yo que desde que era una «mocosa» la conozco, ¡vaya que si la conozco!, es una taladradora, es una encantadora «cotorra», un loro, pero sin pico, tampoco le hace falta…
Todos los días la misma historia, el mismo cuento… yo en eso la comprendo, no me dá pena pero en este caso, casi es justificable, tiene un motivo importante, algo que, sin tener culpa le ha pasado, como el que tiene acné, como el que se come las uñas, como el que, sin quererlo ni buscarlo, «se le vino encima». Ella está enamorada, siempre lo ha estado… pero sólo de él lo estuvo toda una vida.
Ha vivido de sueños, fantasías, ilusiones durante mucho tiempo, sin embargo sabe que todo eso no se ha cumplido nunca y nunca se va a realizar, pero su mente no para de crear cuentos que ella misma se cree, cuentos de hadas, de los que ya no existen, ahora ya no se hacen, no venden, porque los de antes son de siempre, de toda la vida y seguirán siéndolo, no hay quien los iguale porque no se pueden inventar tantas cosas maravillosas en los que en ellos pasan, ya no se puede crear más fantasía. Pero se siente en alguno de esos cuentos con finales felices y no es capaz de salir de ellos, se ha quedado encerrada en sus páginas porque es dónde mejor se siente, donde dá libre albedrío a sus ilusiones…
De esos cuentos solamente sale cuando habla con su amor, con su hombre, con el dueño de su amor, de su único amor. Le habla de un futuro que es humo que vuela lejos, muy lejos y que no tiene retorno, pero sigue… y sigue. Le cuenta de sus planes, a los que mete en ellos con la más detallada fantasía, le describe lo que piensa hacer para él con pelos y señales,según lo crea se lo suelta, así de pronto… si, es que ella sí lo cree y así le sale. Luego cuando recuerda la conversación se dá cuenta, se lo imagina o mirando al infinito, harto, cansado de oir siempre lo mismo, ó diciéndose: la dejo hablar porque está disfrutando y no la voy a desencantar, sería un pecado hacerlo, es como una niña que deja volar su fantasía en alta voz ¿quién va a llevarle la contraria?, yo no, de eso está seguro no la vá a chafar en sus ilusiones, creo que a él le gusta, sabe que lo quiere como quizá nadie le ha querido, ó de tanto repetírselo cree que así es, porque ha sido siempre muy querido en cuestión de amores. Tiene experiencia, cosa que ella sigue creyendo en los pajaritos preñados… bendita ella que vive en los mundos de Yupi, dirá que siga «viviendo» de esa manera si ello la hace feliz feliz. El la quiere y le desea lo mejor.
El calla, la escucha, la oye, de vez en cuando «mete baza» no sé si para que no crea que se ha quedado «dormido»… en el fondo me hace gracia…
Es igual, pase lo que pase, no pase nada de lo que piense, sigue como un disco rayado que, por no levantarte del sofá dejás que te «raye» los oídos… lo mismo a él también le hace gracia e incluso le gusta que le incluya en esa vida maravillosa que ella sueña.
Es como si sus pensamientos tuvieran voz, como que quizá sin darse cuenta se le escapan, pero no, a ella no se le escapa nada que no quiera decir, lo dice y así se queda, tan pancha, como si de una conversación ¿»normal? se tratara, ella lo vé así y no puede quedárselo dentro, reírse no creo que lo haga, si acaso, pues eso le hace gracia que lo metan en un cuento sin final…
Le decora la bodega y se la describe tanto que es fácil imaginarse cómo puede quedar, le dá todo tipo de detalles, incluso que a sus amigos les va a encantar… la imaginación no tiene límites… ninguno, en ella no, lo puedo asegurar.
Yo, tampoco la desengaño, me gusta en el fondo que sea así, creo que es la mujer más feliz del mundo y… no voy a ser yo quien la desengañe, quien le abra los ojos cuando está en su más fantástico sueño, sé que su despertar es dulce, no es por ese miedo que no lo haga, sino porque me gusta verla su cara sonriendo cada noche y… durante todo el día.
Gracias a él, al amor que le tiene siempre está alegre, jamás la he visto tan feliz como ahora, quiero que siga disfrutando, que nadie se atreva a «leerle» su futuro, no lo consentiré, quiero verla así, transmite y reparte su felicidad por todas partes.
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