La Imaginación eyaculó precozmente o de cómo nos ilumina una «danzatriz”

Todos lo intuíamos, más algunas que otros, que la imaginación tendría forma de mujer. Pero con tantos años encerrada bajo llave… ¿quién podía saberlo? nadie pudo predecir el alcance de su liberación. Imaginación se desparramó como eyaculación precoz, sin avisar y pringándolo todo del mágico hipersurrealismo, causando estragos y algo de resentimiento en una gran parte de la población. No era para menos, aquella sustancia  empezó a preñar a todo el mundo de la noche a la mañana. En pocos meses, miles de hombres y mujeres se encontraban dando a luz a sus propias ideas en sus hogares, cobijando sus nuevas creaciones para hacerlas sentir como en casa, darles alimento  y luz para que crecieran fuertes, sanas y escandalosamente irreverentes. Otros optaron por tenerlas en hospitales privados, pero las manos ajenas que ayudaron en el parto y los muros de los centros clínicos, tan asépticos, tan limitadores,  provocaron centenares de abortos. La depresión por imaginación frustrada fue una de las mayores causas de las bajas que se redactaron aquel año. No obstante, para la gran mayoría sana, la vida personal  y común dio un giro de 154.960 grados (eso si en algún plano es físicamente posible).

Los escritores proclamaron:“Hoy no escribiremos nada. No porque nos hayamos rendido, no porque la desidia sobre nuestra historia vital nos haya vencido. No escribiremos nada porque lo más emocionante que podemos ofrecer no es transferible a través del verbo y porque no nos veremos reflejados de forma absoluta en ningún texto nunca,  y nunca jamás.  Procederemos pues a leer nuestras manos y a sumergirnos entre nuestros ojos, y tocarnos, sobre todo tocarnos y leer entre emociones y piel para que no quede un solo recoveco ignorado en nuestra complejidad.  ¡Es que no podemos dejar de admirar cómo se repite ese patrón constante, por dentro y por fuera, que eleva una sola célula al eminente puesto de un planeta.” Fue lo que declaró un periodista entre lágrimas, mientras esas lágrimas creaban un océano y en ese océano se originaban insólitas criaturas marinas con gafas de pasta que escribían sobre su propia historia sumergidos en el mundanal ruido acuático.

La gestación y el nacimiento eran acontecimientos muy mimados porque todas las ideas debían culminar en manifestación y poco a poco los límites de lo posible-imposible se evaporaron como el agua, y solo quedó el recuerdo suspendido de lo que antaño fueron sueños (ahora realidades). Se convirtió en algo habitual que un músico acudiera a una cita  vestido de una melodía recién compuesta por él mismo. O que de repente en el metro alguien se evaporara al mismo instante en que una fresca sinfonía empezaba a acariciar los oídos de los demás viajeros  hasta penetrarlos por dentro e inyectarles vida. Desde aquel preciso momento, el sonido tuvo tacto y el sabor conciencia.

Otro caso memorable, como el Chef Muglier, que convirtió su perfume en una deliciosa crema natural de índigo y rocío. Y la creó por el arte de la causalidad cuando le hacía el amor a su apasionada niñera, mientras su mujer se entretenía en plantar rosales en su interminable cabellera. Emocionado y recién orgasmizado, decidió untar esa crema que había brotado de sus manos sobre un bizcocho y… ¡voilà! Obtuvo la receta que le llevaría de inmediato a la cumbre. Y al probar esos pastelitos, efectivamente, uno podía comprobar el efecto orgásmico del producto.

Pero la historia más entrañable fue la de Won Kai Sun, una preciosa mujer que consiguió regar con su menstruación campos enteros de imaginación asistida, para aquellas pobres personas que no fueron impregnados del hipersurrealismo. Con su sangre también pintaba los mejores paisajes internos de toda aquella persona que fuera a su consulta. Sus cuadros cobraban vida porque era capaz de dibujar con pulcra exactitud la forma y densidad de cada emoción… Sus obras lloraban, reían, se angustiaban o gemían. Contribuyó de esta manera a la hipersurreal-psicología y ayudó a muchísimas personas desencontradas con su propio ser. Destacado fue aquel caso de una bailarina que abortó 100 veces hasta quedarse totalmente desmembrada, descompuesta, descentrada. Tantas ideas y tan pocas manifestaciones… Lo primero que hizo Kai Sun fue recomponerle el cuerpo con un poco de filtraciones de amor y dibujarle un paisaje vivo en el que cada pedacito de ella se reencontraba con su fuente. Pero, sabiendo que no sería ni remotamente suficiente, buscó otro método de curación reinventándose como HS terapeuta, dio con la solución. La “danzatriz” debería dar vueltas sobre sí misma noche tras noche sin parar hasta que consiguiera no marearse en el intento.

—Debes dejar de ser centrífuga— decía— “es preciso que dejes de huir de tu propio centro”. Y la bailarina trabajó con ahínco, convirtiendo sus pies en puntas de cristal y de tanto girar ralló el suelo, sus trazos fueron el eco de sus efuerzos. Pero valió la pena porque el día en que se curó del todo, un Sol Naciente brotó dentro de sí misma. Su cuerpo dejó de ser materia para convertirse en un rayo de luz que nos hizo bailar y  provocar el amanecer de nuestros propios soles. Transmutó la sustancia corrosiva de su dolor y de todas sus decepciones en calor para volver a fundir sus miembros en uno solo. La “danzatriz” volvió a ser.

Y estas  son solo algunas de la interminables historias que hoy se suceden a cada minuto en nuestro mundo hipersurrealista. Estas son las historias desbordantes que convierten el universo en un infinito. ¿Cuánto más seremos capaces de crear? Cuanto más seremos capaces de imaginar

 

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