DEJAME DECIRTE...
- publicado el 10/10/2015
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Amar lo justo
Crees que llegará un momento en que superes todo, pero pasa el tiempo y el momento no llega. El dolor parece ocultarse por momentos pero nunca remite. Lo puedes comprobar; sólo tienes que traer a tu memoria una imagen de lo que perdiste y notarás cómo la sangre se congestiona en tus sienes y la presión no te abandona. Y así puede pasar un año o dos, o quince, que lo querido siempre vuelve en forma de recuerdo. Sí, de recuerdo, porque no hay más.
Hay quienes se atreven a decir que el dolor puede gestionarse, que puede superarse. Me embrutecen, me llenan de ira. Esa gente, que quiere estandarizar tus sentimientos, que quiere hacerte positivo y productivo, de lo que realmente hablan es de enseñarte a no amar. A no amar lo que ya no puedes poseer, a quitarle toda la importancia al pasado, todo el valor. A quebrar tu deseo, que es lo único que te queda. Tú amas y tu amor clama justicia. Pero el mundo es normativo, sus leyes no pueden violarse. Es legal, pero no es justo.
Porque si fuera justo tus bigotes todavía me harían cosquillas en el brazo y tu frente empujaría mi barbilla como si quisieras que tu cara y la mía se fusionaran en una. Tu veloz corazoncito seguiría latiendo en mi mano mientras te acerco a mi pecho y compartiríamos tus caídas de ojos en silencio hasta que te hartaras. Porque sabías cuándo era el momento de parar. Porque tú eras la parte justa de este mundo y yo tengo el privilegio de seguir amándote.
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Dicen que dicen que la vida está compuesta de «amores minúsculos» porque ninguno debería declararse como «gran amor», porque ninguno es infinito.
El recuerdo siempre es agridulce, la astucia está en saber manipularlo, de tal manera, que no nos invada temporadas largas haciéndonos caer en una espiral dañina…
Sus bigotes serán irreemplazables al igual que el hueco que tiene asignado en tu historial de amor.
Si eliges la espiral dañina, eres adulto para hacerlo. El problema es que te convenzan de cómo gestionar tus sentimientos y de dónde debes enfocarlos. Y, por llevarte la contraria, diré que no hay amor pequeño ni amor que acabe mal, todo amor es grande y, cuando deja de serlo, deja de ser amor. Por otra parte, sí; no dejaré nunca de amarlo aunque ya no pueda haber correspondencia.