NUESTRA LUNA COMPARTIDA…

Y salió desnuda a la ventana

a buscar la luna que él veía…

y la bruma de aquel lluvioso día

la tapaba, eclipsaba, la escondía.

 

Aún así intentó verla… encontrarla

se alzaba sobre sus pies en puntillas

y de izquierda a derecha se movía…

por, si detrás de algún árbol aparecía.

 

No la vió, ni un mínimo resplandor

las negras nubes hacían un cortinaje

obscuro, opaco, triste como la noche

hasta el verde… en gris se convertía.

 

Ya se acostumbró a otras noches

en las que, al mismo tiempo veían

al oído le decía que la luna los unía

¿ves como juntos la estamos viendo?.

 

Ella notaba que algo por dentro sentí

la emoción de estar unidos, esa dicha

que no podría describirla ni escribirla

esa que a su lado, por primera vez vivía.

 

Nunca se fijó en la luna, ni de pasada miraba

ni siquiera en las estrellas se paraba, se fijaba

sólo él la enseñó a conocer los astros, su brillo

EL, con su ternura y amor, abrió sus ojos al sol.

 

Le pidió que se pusiera el pijama que él quería

el que, tanto juego dió al inicio de este cuento

plagado de ratoncitos, con quesitos y balones

pidiéndo ser el ratón… que su corazón rozase.

 

Y ella con sus manos lo acaricia con ternura

y tan a gusto se siente, que su colita menea

busca su cálido pecho y a ronronear comienza

y tras jugar un buen rato dormidito se le queda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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