Valija de vida vacía de sueñós.

Un vestido blanco, un tocado y un ramo de flores silvestres. Una valija de vida llena sueños; que ahora solo forma parte de un itinerario perdido; ya no habrá camino a la iglesia, ni ceremonia, tampoco anillos y mucho menos celebración. Tampoco habrá vida, porque la vida se la llevo con ella. Tomo aire, y su presencia continua en la mía, su aroma a jazmines, su música viajera que al ritmo de sus palmas danza en el infinito vacío de la soledad.

“¿Dónde te has ido, Salome?” Me pregunto una y otra vez. Su ausencia duele, lastima.

Mirar por la ventana esperando su regreso no es cura de nada, porque Salome no regresará, pero prefiero soñar una vuelta antes que morir ahogado en recuerdos que me lleven a su partida.

Sobre la cama, nuestra cama, encontré sus bragas de satén. Las tomé con delicadeza y las llevé a mi nariz, desde su indecencia me recordaban cual diario íntimo a sus orgasmos de la noche anterior; el olor a sus fluidos mezclados con el de mi semen, su transpiración, su calor, su alma entera entregada al amor.

Nos amábamos, nos deseábamos noche a noche. Las imágenes de nuestros cuerpos unidos a la luz de la luna me transportan hacia dimensión, desconocida hasta ahora. Hace unos años Salome me hizo conocer un mundo de fantasías, pero ahora, me llevó a la amargura, a la tristeza, al abandono de aquella magia.

“¿Volverá?” Me pregunto una vez más. No lo creo, Salome no es de hacer esas cosas. Antes muerta que humillada.

Debí de imaginarlo antes de enamorarme de una gitana de sangre pura; como tal no tiene hogar. Sus pies marchan hacia donde marque su corazón, y hacia donde baile su gente. Y por lo visto su corazón no marcaba quedarse conmigo, y su gente buscaba otros tesoros, otra plaza donde bailar su flamenco. Sus manos marcaban otras líneas, y su destino nos apartaba ¿Será porque soy payo? No lo creo, Salome lo había aceptado… ¿O lo había hecho yo? ¿Qué hay de mí en su partida? ¿Una iglesia? ¿Una casa? ¿Una vida perfecta, que para ella no significaba más que una jaula?

Vuelvo a la ventana; el invierno continúa tan gris como siempre. Las golondrinas aun no regresan, se han ido como los gitanos en busca de otro calor…. La valija vacía continua en el rincón.

Y su piel morena, su cabello azabache y sus ojos negros envestidos por el perfecto rostro coronado por un lunar a la derecha de sus labios superiores, tan rojos como sus bragas de satén y su sangre gitana; continúan en la búsqueda de quien sabe que…

DanJovanovich
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