La Cámara
- publicado el 13/01/2014
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LA JERARQUÍA DE LAS ONDAS OMEGA-V
LA JERARQUÍA DE LAS ONDAS OMEGA-V (1ª Parte)
Abigail “Abbie” Stappleton , la presunta telépata (“tpt”) terrorista especializada en choques urbanos, había desconectado, todas a la vez, unas cuantas mentes de conductores de vehículos en Ciudad Hibernalia y fueron 306 accidentes de tráfico lo que acontecieron en cuestión de quince segundos; causando un caos circulatorio sin precedentes.
Abbie estaba aparentemente orgullosa de la maniobra, ya que había logrado burlar, por un momento, a la férrea multitud de coordinados mentalistas policías; los cuales esperaban detectar algún mínimo movimento suyo hacía tiempo.
Instantes después del atentado, sí que consiguieron descubrir su potente señal enseguida y luego herir de muerte a la propia Abbie, friéndola su cerebro, a distancia, con las mentes de los propios inspectores pero solo fue para descubrir, en el rápido escaneo psíquico, que había un gestor soviético por encima de Stappleton, llamado Eugeny Bonkov; el cual controlaba la cabeza de la propia mujer.
Como escalofriante añadido, los policias también detectaron aunque de manera muy vaga e imprecisa, una jefa anónima que, a su vez, manejaba las raras Ondas Omega-V del encéfalo del propio Eugeny. Existía una jerarquía, una cadena de “tpt”, una pirámide de mando.
Parecía lo peor de todo pero los de la brigada intuyeron, aterrorizados, agotados y sin tiempo para otro contraataque, que aquel desastre multitudinario en Hibernalia City con Abbie de supuesta ejecutora, fue solo una artimaña de distracción a pequeña escala: la misma operación de conductores “desconectados” iba a repetirse en solamente dos minutos por todo el mundo con, ahora de primer y único títere Eugeny y con la jerarca “X” siguiendo de reina dominante; como especializados autores ambos de más desastres de trafico.
Para colmo, los agentes de la ley ,de repente, habían perdido el rastro “tele-neuronal” de Eugeny Bonkov y por supuesto, también de su enigmática superior; los cuales utilizaron de señuelo y de subordinada marioneta a una “tpt” menor como Abbie.
La propia señorita Appleton, yacía en el suelo sin moverse y estaba a punto de morir pero antes de exhalar el último suspiro, su chamuscada mente logró pronunciar, a duras penas, un borroso nombre; ¿como confesión de relativa inocencia e incriminación de otra persona?
-¡Un momento! ¿Habéis oído todos, compañeros? ¿¿Es el nombre de su jefa lo que ha pronunciado en su moribunda mente, Abbie??- transmitió apresuradamente, sin hablar, una de las principales agentes “tpt”; una francesa llamada Segolene Baticheraux.
¡Aún podía haber tiempo de actuar e impedir más acciones del comando! Habría que analizar, en solo 30 segundos, la pequeña transmisión de las propias Ondas Omega-V de la chica pero podría ser una esperanzadora pista para los “polis” telepáticos; los cuales habían captado y grabado en su memoria la última palabra «libre» pensada por Abbie V. Stappleton.
Escrito por Txus Iglesias
* Dentro de la total ficción del relato, las Ondas Omega son raras ondas cerebrales de lectura o manejo del pensamiento ajeno. La clasificación letra V de “Vehículos” se les da a telépatas especialistas en temas de tráfico, repito dentro de este relato ficticio.
**Personalmente, no soy muy partidario de escribir “segundas partes” , pero hago aquí, seguidamente, la continuación de este relato ficticio «thriller de ciencia-ficción»
LA JERARQUÍA DE LAS ONDAS OMEGA-V (2ª parte)
El presunto telépata terrorista Eugeny Bonkov cruzó, muy lentamente, la calle.
El tráfico de Hibernalia City estaba colapsado y más después del desastre circulatorio que se había organizado dos minutos antes en toda la Ciudad.
El ruso concentró su mente y visionó diversos puntos de la geografía de la Tierra: era hora de la aplicación , en varias ciudades del mundo, del mismo plan de conexión extrasensorial que había ejecutado junto con Abbie Stappleton y la otra misteriosa mujer.
Precisamente, esa segunda mujer era la dominante mentalista japonesa Hitomi Nakafune y tenía completamente a sus expensas psíquicas al “intermediario” Bonkov, igual que tuvo controlada a Abbie; a través del propio Eugeny.
Esta vez la fémina oriental no pensaba cometer fallos y miró a lo lejos a Bonkov que estaba a 50 metros de ella, para controlarle también visualmente como complemento al manejo mental. Hitomi ejecutaría el planteamiento previsto y tenía 15 segundos para hacer que su señal cerebral de Ondas Omega-V se desvaneciera por completo antes que la brigada ni siquiera la descubriera un instante; como sucedió antes.
A la gélida nipona le traía sin cuidado si los agentes liquidaban a su escudo-señuelo Bonkov, de la misma manera que la propia oriental, mega-experta en telestesia, ni se inmutó cuando, por su culpa, mataron a Abbie Stappleton.
Entonces Hitomi, transmitió su potente ola de entrelazamiento cuántico dentro de la “marioneta” Bonkov y éste se dispuso a “repartirla” entre los conductores de vehículos de Jaspa-5, Rossington-M, Goembra, Tosolia, San Trímedes y Musán, entre otras. Serían unos 300 conductores afectados en cada capital. Sin embargo, todo cambió en un suspiro:
-¡¡¡Ahora!!, ¡¡no dudéis, ADELANTE, chicos!!! -ordenó la perspicaz Segolene Baticheraux, muy preocupada de “sorprender, cazar y destruir” a todos los oponentes fugitivos. Todo el cuerpo de policía, podía resultar muerto pero, a la vez, estaban admirados ante la inquebrantable decisión de su coelgam, la psico-inspectora francesa, así que obedecieron sin dudarlo.
Eugeny Bonkov, con su brutal señal Omega-V a punto de salir de viaje hacia los fijados puntos del Globo, cayó al suelo fulminado antes de poder ejecutar su cometido. Segundos después pasó lo mismo con Hitomi Nakafune. Ambos estaban muertos y con el cerebro completamente quemado al 100% debido al descomunal ataque coordinado que 12 agentes “mentalistas” internacionales habían llevado a cabo. Pero ¿como podían haberles descubierto?
Gracias a Segolene, otro agente principal llamado Joao Santosaes y los demás, estaban al corriente de que la última confesión, sin el pensamiento manipulado, de Abbie Stappleton, había sido dar el nombre de su jefa, la señora Hitomi Nakafune.
La misma Hitomi tenía antecedentes de operaciones anteriores más pequeñas del mismo tipo y tenían “fichada” su tipo de señal Omega-V en el departamento, con lo que fue más fácil y veloz descubrirla justo antes de actuar. Además, la coral señal abrasiva y destructora mandada por la policía hacia Bonkov , también tenía un preparado, intencionado y rastreador “efecto rebote” en contra de la propia Hitomi. Fue como cuando haces una carambola al billar: Segolene y los suyos ya habían medido, mentalmente, la dirección adecuada para “meter las dos bolas en el agujero”.
Los tres cadaveres de Abbie, Eugeny e Hitomi separados por 100 metros de distancia, yacían tumbados, en la calzada de las calles de Barcelona. Los agentes acordonaron la zona hasta que el trío de criminales fuesen retirados por la ambulancia.
– Gracias por los avisos, Seg, pero¿No se pudo hacer nada por Bonkov o Stappleton? – preguntó el agente brasileño Joao Santosaes a la brillante Segolene, que solo llevaba 4 meses en la brigada pero que había ascendido rápidamente.
-No, no, imposible, ambos pertenecían del comando de las Ondas O-V y además los dos ya estaban sentenciados por Hitomi, sin saberlo. Creían ambos que trabajarían conjuntamente los tres en los mismos atentados pero Nakafune les engañó y manipuló a ambos para sus intereses individuales. No se les podía detener vivos a Eugeny ni a Abbie, la propia japonesa hubiera acabado con ellos para eliminar cabos sueltos, de todos modos, incluso aunque no les hubiéramos descubierto ninguna de estas dos veces.
-Caso cerrado, entonces- concluyó sonriendo el carioca Joao.
El agente brasileño, lo tuvo claro: su joven y bella novia Segolene, una de las directoras de la compleja operación, seguro que contaría a la prensa al día siguiente que supo enseguida que Hitomi era la verdadera responsable del primer y segundo atentado y que tipo de señal debían buscar, así que tras el fracaso de la primera localización con Abbie Stappleton, preparó mejor a sus compañeros para el segundo contra-ataque; teniendo éxito finalmente. Los inspectores tampoco estaban dispuestos a cometer el error de seguir solamente al “cebo” Bonkov, como les pasó con la propia Abbie y querían llegar hasta la máxima responsable, lográndolo.
Joao pensó que su brillante chica francesa sería una heroina ante la opinión pública.
De momento, todos sus compañeros felicitaron a la novata pero sagaz Baticheraux porque, aunque no podía atacar sola a Hitomi, gracias a ella habían detenido a los agresores con una rápida reacción conjunta de 12 mentes.
-Ha sido un día duro y unos meses de ajetreo, vámonos a casa muchachos, relajad ya vuestra señal telepática de rastreo – dijo Joao y se volvió hacia su admirada compañera- ¿Puedo invitarte a cenar hoy, heroína? –
-Claro,guapo- dijo ella con una encantadora sonrisa- me quedaré por aquí a acabar de hacer el último reconocimiento psíquico a estos tres homicidas antes de que los de la ambulancia se lleven sus cadáveres pero luego, ven a mi casa y emborrachémonos de vino y placer a las 10 de la noche en mi casa. Ya te daré yo tu animal recompensa erótica, ahora duerme un rato la siesta. Buen trabajo, gracias.
-Tú nunca descansas ¿eh Seg? Hasta las 10, mi amor – dijo Santosaes.
Sin embargo, Joao, al llegar hasta su coche, se quedó pensativo un momento ¿Como pudo tener Abbie Stappleton, un último pensamiento si estaba comprobado científicamente que un ataque total y conjunto de la policía mentalista siempre mataba directamente al terrorista u objetivo criminal? Joao, estaba tan cansado y tenía tantas ganas de hacer el amor con Segolene esa noche, que dejó la pregunta para investigarla pasado mañana. Le confesaría que la quería y que no la veía como a una amante o novia ocasional, solamente.
Al cabo de dos minutos, ya se habían ido toda la tropa y las inspectora se había quedado sola en aquella calle. La terrorista infiltrada en la policía Segolene Baticheraux, la verdadera telépata nº1 del mundo, sonrió maliciosamente mientras se fumaba un cigarro: ahora ya sí que podía actuar con libertad sin levantar sospechas.
Por encima de la “falsa líder de paja” Hitomi, estaba ella como auténtica jefa de la pirámide “tele-neuronal»: su triple escudo-señuelo Stappleton-Bonkov-Nakafune había funcionado. De hecho, había sido la propia Baticheraux quien había puesto en las cabezas de los policías (aunque de manera borrosa) el nombre de “Hitomi Nakafune” y no la primera mujer, Abbie.
Es decir, Abbie Stappleton no estaba moribunda sino ya estaba fallecida y sin ningún pensamiento posible cuando Segolene le hizo el escaneo psíquico: todo fue una segunda estratagema traicionera de la propia Segolene contra Hitomi y el resto de su propio comando. No podían capturarles vivos o confesarían que la propia “psico-comunicadora” francesa estaba implicada.
En otras palabras, Abbie no era quien había ofrecido la pista hacia Nakafune sino que la había dado la propia Madmoiselle Baticheraux como agente infiltrada; la cual mandó una señal disfrazada a todos sus 11 “compañeros” para que oyeran en sus cabezas el nombre de Hitomi; pensando que dicha “voz” provenía de la cabeza de Stappleton. En definitiva, Segolene había hecho parecer que fue un último y revelador pensamiento de Abbie, cuando en realidad solo era un movimiento más en su “escalera de sacrificados psíquicos” como Seg les bautizó a sus burlados ex-compinches.
La verdadera telépata terrorista Segolene Baticheraux y jefa del comando de cuatro personas llamado “ONDAS OMEGA-V”, cruzó la calle de Hibernalia City aún más lentamente que Bonkov. Había conseguido también engañar, magistralmente, a sus “colegas” policías con varios señuelos subordinados unos a los otros y estaba satisfecha por ello. Terminó de dar la última calada tranquilamente y se dispuso a terminar el ambicioso plan inicial.
Para cuando su engatusado novio Joan Santosaes y el resto del cuerpo policial telestésico se diesen cuenta, Seg ya habría provocado decenas y decenas de accidentes en las principales capitales del mundo y habría hecho desaparecer, tranquilamente, su señal en diez segundos. Después viajaría hasta la lejana Dalanze a “reclutar”, secretamente, más gente para nuevos proyectos criminales de Vestigios Omega-V.
La francesa terminó su cigarrillo Lucky Strike y atravesó, relajada, el paso de cebra, sabiendo que la frase “ser el más inteligente” no cobraba precisamente su sentido más positivo cuando se trataba de peligrosa gentuza como ella.
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EPÍLOGO
El “tpt” brasileiro Joao Santosaes abrió la puerta de su coche a 90 metros de la escena de los hechos. Le gustaba mucho conducir y se alegraba, de manera filántropica, de que las fuerzas de la ley hubieran salvado a mucha gente que estaría al volante en sus capitales, ajenos a todo aquello.
Era un buen y honesto policía. Aunque sonase a tópico, era verdad.
Antes de apagar su señal telepática por hoy, le quiso mandar un cariñoso mensaje mental a Seg porque estaba muy colado por su atractiva novia y mucho más aún después de su hazaña policial de aquel día. Cuando iba a decirle, por fin, a distancia que la amaba, un brutal shock sacudió su mente. Había detectado que Segolene tenía activada una potente señal de Ondas Omega y no eran de las normales ¡sino de las del tipo “V”!: estaban a punto de ser aplicadas a varias metrópolis del mundo. Ella, milagrosamente, no se había dado cuenta, de momento, del pequeño gran flash del hemisferio cerebral de su novio porque estaba concentrada en ejecutar la voluminosa operación psíquica.
Joao Santosaes, ejecutó el procedimento de emergencia: escudó su pensamiento respecto a intrusiones externas y sacó sus propias conclusiones:
-Entonces Stappleton no tuvo ningún pensamiento final como dice la lógica científca: Seg imitó la voz pensante de Abbie y nos hizo creer otra cosa a todos. – descubrió y dedujo horrorizado Joao -Como añadido, mi “francesita” seguro que primero filtró y camufló, ante nosotros, su fortísima señal electromagnética para poder manipular el lóbulo de Hitomi, que debió tener su reflejo en Bonkov, que a la vez derivó en la propia Abigail Stappleton: todos “tpt” manipulados y de menor poder, respectivamente. Luego inmediatamente unió su mente a la del grupo policial para destruir, en dos veces, a los de su propio comando ¡Ahora todo encaja, claro! Segolene supo ocultarnos todo eso desde que entró en la psico-brigada de élite, cuando la conocí hace 4 meses. Practicó un juego de espejos con su increíble don energético.
Entonces, un aturdido Joao abrió el maletero de su coche y sacó un casco especial para emergencias policiales-telepáticas y se lo colocó en la cabeza. Aquel aparato amplificaba su bucle mental hasta 10 veces y aunque el riesgo de que el propio agente muriera era del 2% y tendría efectos secundarios como violentos mareos unos días, era improbable que sucumbiese él mismo por el efecto devastador que el cacharro produciría.
-Necesito poner en marcha el casco, ella es 10 veces más poderosa de lo que todos pensábamos – concluyó él, dando al botón de encendido del aparato craneal.
No había tiempo de avisar a sus compañeros para un, hipotéticamente más seguro, ataque coral porque ella estaba a punto de actuar. Además, él sabía que Segolene detectaría una alerta ruidosa y máxima desde la mente de Joao y entonces podría abortar el plan y escapar.
El agente brasileño debía apresurarse y actuar en solitario. La segunda parte del protocolo policial era siempre clarísima y explícita en aquellos casos extremos: “freir por completo el cerebro del terrorista psíquico”. Debía sobreponerse a sus recién quebradas emociones y ser profesional.
Joao Santosaes cerró la puerta de su Wolkswagen y comenzó a correr por las calles de Hibernalia pero ocultando su bestial señal asesina hasta el momento preciso, dentro de 30 segundos. Para su desconsuelo, sabía que no fallaría y eliminaría a su nuevo objetivo criminal y es que, efectivamente, su paladar sentimental tenía un sabor agridulce y contradictorio: mataría a su amada Segolene pero salvaría cientos de conductores desconocidos.
Escrito por Txus Iglesias.
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