Soñador en descenso.
- publicado el 29/04/2014
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Quiero ser un Samsumg Galaxy 7
Soy un infiltrado.
Estudiante universitario equivocado,
arrastrado por la frustración temprana,
acorralado en el siglo de la desilusión,
engañado por la ilusión de la inteligencia que otorga el título profesional.
Maestro del folletín,
un merolico que aprendió el oficio de jugar con la ficción.
Yo, un no profesional del teatro,
frente a autoridades y deidades del Teatro Mexicano,
mostrando mi capacidad de engañarles, haciendo gala de mis dotes histriónicos.
Reconozco en sus caras la sorpresa,
la molestia que les produce mi presencia.
- La Compañía Nacional de Teatro
no tiene espacio para no profesionales.
Pero ni los mismísimos dioses teatrales podrán
negarme la condición de infiltrado.
Yo, que quisiera ser un Samsung Galaxy 7,
para colarme en las tiendas departamentales,
entrar en estado de combustión y acabar con los consumidores.
Convertirme en el modelo predilecto del Sr. Presidente,
explotar frente a sus ojos,
destruyéndole el mentón,
borrándole la sonrisa de falso bufón.
Alcanzar popularidad entre violadores,
y que me guarden en sus bolsillos,
acumular en sus pantalones el calor de la rabia,
reventarles la verga en mil pedazos,
que ardan, que se retuerzan, que disfruten el fuego.
Quisiera ser un Samsumg Galaxy 7,
convertirme en el producto estrella de la compañía,
dominar al mundo, desde Japón hasta Argentina.
Habitar sus casas,
y sorprenderles mientras duermen,
llenar la habitación de humo,
intoxicarles, fundirles la cama.
Soy un dispositivo móvil,
infiltrado en las calles de provincia,
fingiendo que les atiendo, que les procuro,
que les respeto.
Yo, como Mane de Acapulco Shore,
les digo – Nada de lo que ven es cierto,
todo es operado.
No es cierto que soy un hombre,
porque los hombres no se meten cosas al cuerpo,
y menos por el culo.
No es verdad que la barba me hace masculino,
soy tan Vedette aunque Niurka no lo crea.
No crean que duerme junto a mi la novia que me adjudica el taxista,
yo despierto junto a un moreno arrabalero.
Nada de lo que les dijeron fue cierto,
nada se ha terminado,
el mundo sigue girando
y la mierda aún la estamos acumulando.
Quisiera ser un Samsung Galaxy 7,
amado, deseado, comprado, vendido, regalado.
Ser el rey de la telefonía, de la conexión entre ustedes.
Para después revelarme ante ustedes como un artefacto peligroso,
un mal descontinuado, una tecnología mal lograda,
una necesidad infiltrada.
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