El ingenioso friki Don Quijote de Invernalia

-¡Mira lo que hemos creado!

Einstein señaló hacia la cristalera que los separaba de un hombre vestido de manera estrafalaria. Era alto, con una barba que cubría la parte superior de su labio y parte de la barbilla. Una armadura escarlata relucía por debajo de una chaqueta de cuero ajustada. El yelmo, tirado debajo de la mesa, fue sustituido en su cabeza por un casco que le protegía la cabeza y la cara. Absorto de la conversación de aquellos dos personajes, él movía los dedos con rapidez sobre un mando de la Play Station 4 y admiraba fascinado una pantalla de plasma de 40 pulgadas.

-¡Pardiez! ¡Me vencerán, no huyáis!

Einstein miró a Copérnico.

-Nunca debimos dejarle al señor Don Quijote de la Mancha el Mando de las Épocas –criticó Einstein.

-Ha viajado por el siglo XXI y se ha empapado de la cultura friki. No tiene nada de malo.

-¡Carajo Copérnico! ¿Y todo lo que se ha traído de las distintas épocas? ¡Si ya estaba loco, imagínate ahora! ¿Te tengo que recordar cómo logramos capturarle?

Einstein pulsó el mando de una televisión y apareció un vídeo grabado. En él pudieron distinguir al señor Alonso de Quijano montado en una Harley mientras rugía el motor. En su mano portaba una lanza. Iba por una carretera en sentido contrario. De pronto se paró delante de unos molinos eólicos. Parpadeó varias veces sin poder creérselo. Con lentitud frenó y miró su altitud sorprendido. Sacó un iPhone y pulsó el botón central.

-Siri… bella y dulce dama… ¿A caso son gigantes eso que ven mis ojos?

-Perdona, Triste Figura, pero no te entiendo. ¿Podrías repetírmelo?

-Esos cobardes han evolucionado cual Pokémon salvaje. ¡No huiréis cobardes y viles criaturas!

Con fuerza intentó arremeter contra ellos. Varios helicópteros aparecieron en escena en la lejanía.

-¡Está rodeado, no puede huir!

Tumbado desde el suelo levantó la vista aturdido por el sol.

-¡Dragones! ¡Dragones en La Mancha!

Einstein miró a Copérnico, el cual afirmó sin más resignación. Ambos miraron tras el cristal al hombre que ajeno a ellos jugaba divertido entre carcajadas. Einstein se acercó a su compañero. Comenzó a sacar fotos.

-Aquí lo tienes, en el Cretáceo, cambiado a Rocinante por un velociraptor –puso la imagen delante de sus narices. En él se veía a un Don Quijote sonriendo mientras lo sujetaba cual caballo indómito-. No contento con ello viajó hasta la época de Helena de Troya para cortejarla, y ¡anda si lo consiguió! –le enseñó otra foto sujetando a una bella mujer rubia. Nuevamente puso otra foto sobre la anterior-. En Egipto no tenía otra cosa que ponerse a luchar contra el arquitecto de la Esfinge y llevarse como premio su nariz. ¡Ah, Copérnico!  En menudo brete nos hemos metido.

-Esa, esa fue buena.

Le señaló la siguiente foto.

-Es verdad –reconoció sonriendo Einstein-. Aunque creo que Napoleón no estará tan contento de ver cómo un hidalgo de los antiguos le echa la zancadilla, suerte que ahí le dijo a nuestro héroe que podría ser más alto, pero no más grande.

-Pamplinas, qué sabrá él –miró la siguiente foto- ¡Vaya, de esa no me acuerdo!

-Vete a saber dónde metió los planos de Gaudí para construir la Sagrada Familia, decía que era el mapa necesario para tirar el anillo al Monte del Destino.

Ambos suspiraron, dejando las fotos a un lado. Copérnico se acercó hasta la cristalera.

-¡Pardiez, compañero! Esta vez sí que nos hemos equivocado.

-¿Por qué?

-Cervantes comenzó a inspirarse en él 1605, si devolvemos a Quijote ahora mismo a su época… ¡Vete a saber qué escribió!

Einstein abrió los ojos de par. Comenzó a dar vueltas sin poder creérselo.

-Viajaré hasta 1614.

-Aquí te espero.

La espera se le hizo eterna. Mientras tanto sólo podía mirar cómo Don Quijote jugaba al fútbol y maldecía a la pantalla cuando no podía meter gol. Vio aparecer a Einstein lívido.

-Mira, mira lo que escribirá Cervantes.

Recogió el libro con manos temblorosas.

“El ingenioso friki Don Quijote de Invernalia” ­–repitió Copérnico aceptando el libro-. ¿Y no se volvió loco Cervantes después de esto? Einstein, tenemos que hacer algo.

-La hemos liado, pero bien. Tendremos que volver a escribir este libro, no nos queda de otra. Y devolverle a su época de paso. No podemos decir que en el siglo XVI las motos cruzaban La Mancha ni que Sancho, en vez de ser nombrado embajador de la ínsula de Barataria, lo que hace es sentarse en el Trono de Hierro de los Siete Reinos. Y a ver quién le da ahora un libro de caballerías… nos lo tiraría a la cabeza después de descubrir los placeres del 3D -hizo una pausa-. Venga, tenemos una importante misión.

Copérnico lo miró divertido.

-¿Qué pasaría si los estudiantes del siglo XXI descubrieran que el verdadero autor del Quijote fue Einstein?

Lo miró ligeramente enfadado.

-¡Amigo Copérnico… si eso sucediera, ten por seguro que sacaría a relucir el vídeo dónde secuestras a Neil Armstrong para visitar la Luna!

 

Orion
Últimas entradas de Orion (ver todo)

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada