Misión arqueológica (parte III)
- publicado el 14/06/2017
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Misión arqueológica (Parte II)
RESUMEN
García es una arqueóloga espacial que ha entrado en un pecio abandonado para investigar una reverberación extraña. Al entrar en la nave, encuentra evidencias de un combate pero ningún cadáver. Desde su nave nodriza le instan a que realice su investigación rápidamente, pues una nave desconocida parece dirigirse directamente hacia ellos.
Misión Arqueológica (Parte II)
García comprendió la urgencia de la situación y se impulsó hacia el panel de controles para desactivar el campo de energía. Mientras se dirigía a los tableros, se percató de que podía ver su propia nave. Aquella parecía la sala de mando original de la nave y tenía varias pantallas que, aunque en modo de espera, todavía mostraban lo que sucedía alrededor de la nave. Incluso allí, no obstante, todos los cables se encontraban al aire, aunque el espacio era suficientemente amplio como para no arriesgarse a tocarlos.
Descartó los tableros que obviamente correspondían al control de vuelo y a los radares y se centró en el único que no era común en la sala de mandos. Tampoco aquel panel parecía excesivamente complicado; tenía lo básico y distribuido como lo describiría cualquier manual de construcción. Sin nada que descifrar, en medio minuto el campo de energía comenzó a titilar y pudo ver con claridad el objeto. Era una esfera, no más grande que su puño, con un inconfundible brillo metálico. Cuando, finalmente, el campo desapareció, toda la sala crujió ligeramente y García pudo percibirlo a través la vibración en la suela de su calzado. Incluso ella notó cierta atracción hacia el objeto, pero insuficiente como para moverla del sitio. Cuando se acercó, no obstante, sí comprendió que aquella esfera generaba un ligero campo gravitacional. El guante que cubría su mano se quedaba ligeramente retrasado cuando alejaba su mano del objeto. Sonrió. Se quedó mirando la esfera un instante, sin hacer ningún movimiento, hasta que reaccionó. Las órdenes eran regresar a la nave de inmediato. La esfera flotaba en el vacío el espacio por lo que no tenía más que impulsarla hacia delante con su mano, sin embargo, mientras avanzaba empujándola para salir de la sala, García no paraba de darle vueltas a cómo transportarla en la nave. Ellos no tenían ningún generador de energía capaz de contrarrestar lo que fuera que producía el objeto. Sin embargo, el vacío parecía poder contenerlo perfectamente. La curiosidad le hizo acercarse a uno de los cables descubiertos que cruzaba una pared desde el techo hasta el suelo. La esfera hizo que el hilo se desplazara levemente, pero la electricidad, visible, no había sufrido ninguna modificación en su ruta. No se demoró en exceso en su experimento, pero, cuando miró hacia la pantalla, sólo vio un destello plateado donde antes había visto su nave.
–García, permanezca en el pecio. Volveremos por usted. Vamos a intentar perderlo.
Detrás del primer destello, un segundo, aunque prácticamente imperceptible, apareció en otra de las pantallas.
–Se han ido sin mí–pronunció García sin que nadie pudiera escucharla.
Tomó un largo trago de aire y se quedó mirando el espacio vacío en la pantalla. Conocía la nave a la perfección y sabía que era una de las más veloces de toda la flota. Aunque no era la más moderna, sus motores eran desproporcionadamente potentes para la carga que transportaba y era una de las pocas que podía dar un salto desde una posición estática.
–Probablemente –pensó– es lo que acaban de hacer. Han dado un salto a una sección cercana para que aquella nave de combate los siga. Debería dirigirme a la salida.
Se encaminó hacia la apertura por la que había entrado, empujando aquella bola sin sostenerla. Al cruzar por el pasillo renegrido por los láseres, los pedazos de sangre seca que flotaban se iban dirigiendo lentamente hacia la bola. Para cuando llegó a la puerta de entrada, la bola tenía un color marrón rojizo.
(continuará)
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