El Camino del Deseo. Capítulo 2: Mala compañía.

Capítulo anterior de la saga:
Capítulo 1: Una mala noche

 

Capítulo 2: Mala compañía.

Gon se encontraba pidiendo en una calle del centro cuando se dio cuenta de que alguien le miraba. A dos metros de él una mujer le señalaba con un brazo mientras con el otro brazo agarraba a un hombre más mayor que ella. Pronto se dio cuenta de que esa mujer era a la que habían intentado atracarla hace casi una semana.

No le olía nada bien la situación, asique decidió levantarse y “darse el piro”, pero la mujer fue corriendo hacia el gritando que le esperara.

– ¿Dónde está? – le preguntó la mujer

– ¿Dónde está quién? – respondió con otra pregunta.

Gon hizo ademán de que se iba a ir, pero el hombre que acompañaba a la mujer le dio un billete de diez euros.

– ¡Ah, sí! Te refieres a John. Nadie sabe nunca donde está. Si le quieres encontrar, pierdes el tiempo.

La mujer frunció el ceño y le dio otro billete al mendigo. El mendigo cogió el billete rápidamente.

– Lo digo en serio, nadie sabe dónde está. Puede estar durmiendo en el metro… o en una azotea… o en un parque… es imposible localizarle.

– Mira – dijo la mujer para llamar su atención – te damos cien euros si nos llevas hasta él.

– ¡Pero que yo no sé donde está! Te estoy diciendo que es imposible encontrarle.

– Pues si nos ayudas a encontrarle te doy cien euros, por favor…

– Humph – bostezó ruidosamente Gon – está bien, pero no os prometo nada.

El mendigo empezó a callejear seguido muy de cerca por la pareja. Tras casi una hora Gon se paró en seco.

– No le vamos a encontrar… esto es perder mi valioso tiempo…

– Sigue anda – suplicó la mujer.

Gon siguió callejeando en busca de su amigo sin buenos resultados.

– Oyes – le llamó la mujer – háblame de él.

– ¿De John? – le pareció casi cómico que una mujer rica se preocupara por un mendigo, tanto que soltó una risilla – Pues que te voy a decir… John es un tío muy fuerte. Siempre nos protege de la gente que nos quiere hacer daño. Ya sabes, de los nazis, de la policía y de esa clase de gente.

– ¿Y no tiene familia? – preguntó la mujer.

– Nadie sabe de dónde viene – contestó Gon – Nadie conoce a su familia, nadie conoce su nombre entero… es decir, nadie sabe nada de él. Es un tío que un día apareció y desde entonces está ahí.

-¿Cómo es eso de que nadie sabe su nombre entero? – preguntó la mujer interesada.

– Pues porque es un nombre muy largo, era algo así como “Johnholfilfirter…algo” y le llamamos “John” a secas.

Un estallido de gritos llamó la atención de todos, cortando en seco la conversación. De un supermercado salía una anciana golpeando con su bolso a un mendigo musculoso.

– Es él – gritó la mujer.

Se acercaron corriendo hacia el mendigo musculoso.

– ¡Ese pan es mío! – Le chilló la anciana al mendigo – ¡Te digo que lo sueltes!

El mendigo le dio un empujón a la anciana y salió corriendo.

– ¡John! – le llamó Gon.

La anciana se metió corriendo al supermercado, y la gente que estaba viendo lo que pasaba rápidamente se disolvió. John fue a reunirse con su amigo y con las otras dos personas. Rápidamente reconoció a la mujer.

– Quiero que vengas a mi casa – dijo la mujer sin darle tiempo a John de saludar a Gon o de decirle cualquier otra cosa.

– ¿Yo? – Preguntó asombrado John – ¿Por qué?

– Pues porque me salvaste de estos ladrones – respondió la mujer señalando a Gon con el dedo.

– Sin ofender, señora – dijo Gon levantando las dos manos en señal de inocencia.

– Si ni siquiera sé cómo te llamas – espetó John.

– Me llamo Madeleine, y este es mi padre Baltasar.

El hombre que la acompañaba hizo un ademán con la cabeza al oír su nombre.

– Bueno, pues aun así no me apetece ir a comer a tu casa – Dijo John – odio los actos sociales y odio comer delante de la gente.

– ¿Y qué quieres que hagamos? – preguntó la mujer tímidamente.

– Un momento… ¡te has enamorado de mí! –gritó John. La noticia le sorprendió tanto a John que estalló en carcajadas. Eran unas carcajadas que parecían crueles. Daba la impresión de que llevaba mucho tiempo esperando este momento.

Madeleine se sonrojó y miro al suelo tímidamente y dijo un “si” casi inaudible que confirmó la sospecha de John.

John se puso serió y le dijo – En ese caso vente a verme en… ¿tienes un boli y un papel?

Madeleine sacó de su bolso una libreta y un boli y se lo tendió a John sin mirarle a los ojos.

– Reúnete conmigo en este sitio a esta hora – le dijo mientras escribía – Nadie debe saber cuándo ni dónde es. Si veo que viene alguien contigo, me iré.

Madeleine cogió la libreta rozándole la mano a John y sintió una calidez que le heló el corazón y terminó en un suspiro al ver que John se iba junto con Gon.

 

Autor: Germán Pérez Campo, 30 de Julio del 2008.

Capítulo siguiente:
Capítulo 3: Viaje indeseado.

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7 Comentarios

  1. Lascivo dice:

    pero cómo se enamora tan rápido? es decir, entiendo que se enamore, porque Gon le causara una gran impresión, pero, se lo dice así de pancha? Yo creo que en un caso así Madeleine no le diría a alguien que le gusta que está enamorada, no?
    es mi humilde opinión. Mereces la muerte literaria.

  2. Pequadt dice:

    Realmente es una mujer tímida que prefiere decir que si para no dar explicaciones. Además, he tenido que forzar este «amor», pero ya veréis porque 🙂 Y tampoco es plan de que este 10 capítulos «enamorandpo» a los personajes cuando puedo despacharlo con unas lineas.

  3. Lascivo dice:

    pon un género, que se te ha olvidado!

  4. Pequadt dice:

    Ya están puestos 🙂

  5. champinon dice:

    Yo opiné lo mismo que Lascivo,… es fácil que hubieras empezado el relato no desde el principio sino con un mero… Llevo tiempo observandote…

    Asi remarcarias el hecho de que ella no se enamora asi de golpe,.. tiene su fuego y su cocción,…

    Hay que pensar eso… por lo demas hasta aki me gusta… voy a leer el 3º!!

  6. arxi dice:

    Dijiste que nunca contarías nuestra historia ni cómo te saqué de la calle… 🙁

  7. Pequadt dice:

    xD
    Los secretos son para contarlos 😀

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