Rápido, dáte prisa
- publicado el 07/02/2010
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Crisis en la Autopista
Un gran atasco ha inmovilizado completamente al tráfico de la autovía principal. Los coches se encuentran apiñados en completo silencio, pues llevan tantas horas parados que los conductores han perdido todo deseo de gritar o de accionar el claxon. Bueno, todos no; aún hay una conductora cuya paciencia ha rebosado hace tiempo. De tanto que ha aporreado el volante se le han amoratonado las manos, y su bocina hace minutos que ya no suena.
Rafaela, la conductora furiosa, se decide finalmente por salir del coche y dirigirse al foco del atasco para ver qué pasa. El resto de conductores se asoma por las ventanillas para ver cómo la furibunda mujer recorre kilómetros y kilómetros de atasco. Los niños la señalan con entretenimiento y con cierta diversión al ver que el sol ha quemado su cara hasta el punto de parecer un dibujo animado enfadado.
Como llegue tarde al aeropuerto mato a alguien -pensó nuestra joven protagonista-. Más vale que haya un buen motivo… o si no… o si no…
Ensimismada y tras varias horas de camino, Rafaela termina avistando a medio kilómetro de distancia un grupo muy numeroso de gente que forma medio corro y que está tapando la fuente del atasco. Había mucha gente haciendo fotos con sus teléfonos móviles y riendo de felicidad. Esto enfureció aún más a nuestra pobre protagonista que no podía entender cómo la gente podía disfrutar de esta situación.
Ya casi había llegado. Estaba a muy poquitos metros, pero caminar entre tanta gente era muy difícil. El calor humano le hizo sudar aún más, pero siguió avanzando con la determinación de un general decidido a enfrentarse a su mayor enemigo.
– ¡Foto, foto! -gritaba la gente.
– ¡Qué bien que estén aquí! -gritó una señora mayor cuya voz provenía del frente -¡Esto va para la… -la señora calló al sentir la presencia asesina de la joven, quien avanzaba a codazos y empujones, cortando el rollo a los mirones.
Por fin llegó la joven a la fuente del atasco. La pobre cayó al suelo de rodillas nada más ver el panorama e intentó gritar de desesperación. Pero incontables horas de deshidratación bajo el sol abrasador impidieron que las cuerdas vocales de la chica vibraran. Tras resignarse a la verdad, Rafaela se levantó del suelo y volvió hacia su coche. A sus espaldas se encontraba el rey y la reina tomando el sol en unas improvisadas hamacas. Juan Carlos alzó la mirada al ver a la joven marchar y dijo con cierta indiferencia mientras bronceaba la desnuda espalda de su cónyuge:
– Hay crisis.
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Halaaaaaaaaaa el final es surrealista de cojones xD
Pero me he reído de lo lindo. Quitando algunas comas y algún fallito más, está muy bien. Qué gusto volver a leerte, Pequadt!
Sofía, vamos a tomar unas bonitas vacaciones en la autopista.
¿Te parece surrealista? Bah.
Qué bueno, jajaja. Me imagino al rey ahí todo tranquilo tomando el sol mientras los demás están parados por su culpa. Un momento… esto me suena a algo… muy buena metáfora. ¡Felicidades!