En Vías de Putrefacción #6

(Este capítulo tiene un elemento que alguno marcará de surrealista. Sin embargo, es simbólico. Así que como alguien me diga que lo meta en «surrealismo» conocerá mi ira.

Dedicado a Pequadt.

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En el zulo, la pequeña María estaba tirada en un suelo carente de muebles, apoyando su cabeza en el mugriento colchón, abrazando a su diario y mirando la bombilla colgante del techo. A medio metro de su cuerpo, cada día más y más delgado, había una bandeja con un plato sucio. La habitación, cuadrada, simple a más no poder, estaba exageradamente poco iluminada. Una mancha rojiza, pero muy oscura, marcaba la pared, al lado de la puerta. Más bien, pegada a la parte de la puerta donde iban las bisagras.

María estaba despierta. Llevaba más de tres días sin dormir. Sus ojos estaban llenos de legañas y sus mejillas tenían marcas de lágrimas. Tenía varios moratones en brazos y piernas y sus manos estaban destrozadas de tanto aporrear a la puerta.

Haciendo un esfuerzo descomunal, logró levantarse, abrió el cuaderno y comenzó a escribir.

Cuando terminó, una tenue luz comenzó a emerger de la rendija inferior de la puerta. La luz, cada vez más potente, comenzó a cegarla. Sin apenas poder abrir los ojos, María se echó hacia atrás, apoyándose en el colchón. De repente, la luz se apagó. Cuando María volvió a mirar hacia la puerta, vio que seguía cerrada, mas un extraño ser estaba ante ella. Atónita, María se quedó mirándolo. Era una enorme mujer, robusta, alta, de piel oscura, estaba desnuda y su pelo largo colgaba marcando una gruesa línea desde su cabeza, cruzando su espalda, y hasta sus muslos.

– Hola, María.

La niña no se movió. Se quedó mirando a la mujer, sin decir nada.

– No tengas miedo.

– ¿Quién eres? -dijo firmemente María, sorprendida de sí misma.

– Yo soy la Muerte. Quiero que vengas conmigo.

De nuevo silencio. Una lágrima que se mantenía furtiva recorrió la cara de María hasta la barbilla, donde cayó, dejando que se oyera el ruido producido por el goteo.

– ¿Voy a morir?

– He venido salvarte, María. No vas a volver a sufrir nunca más.

– ¿No puedo huir?

– No.

– Yo… sólo quiero salir de aquí. Tengo miedo.

La Muerte cayó durante un segundo, mirando a María.

– No tienes que tenerlo. Ya nada malo te va a pasar.

– Quiero despedirme de mis padres -dijo rompiendo a llorar-. Les echo de menos…

– María, no te preocupes por ellos. No hay más tiempo. Tenemos que irnos.

– ¿Me va a hacer daño?

– No. No si lo hago yo.

– Tengo miedo.

– Dame la mano.

Alargando su brazo, la mano de María entró en contacto con los dedos largos y gruesos de la Muerte. Un instante después, su cuerpo carente de vida se desplomó en el suelo.

Yizeh. 5 de Junio de 2008

Yizeh Castejón
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5 Comentarios

  1. Pequadt dice:

    Es Surrealista xD

    Esta muy currada la historia. Pero, si yo fuera la niña, hubiera matado a la muerte y al violador.

  2. Lascivo dice:

    la muerte te forra a ostias antes de k puedas decir jesús

  3. comolesjode dice:

    juel qué penita. o te mueres o te pudres del asco. pssss vaya.

  4. champinon dice:

    La vida es dura, y creo k es el significado de fondo que busca lascivo, que capitulo tras capitulo destapa las diferentes realidades que pueblan el mundo, sin embargo dire que solo muestra las malas, ya que estas son las mas facilmente criticables, y por tanto caracterizables,…

    A mi entender vamos…

  5. Lascivo dice:

    de exo, las malas son las mas faciles, ya k son las k mas se ven en el dia a dia (o carrefour a carrefour)

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