(Ésta es la segunda parte de un relato anterior, te conviene leerlo porque si no no te enterarás de qué trata. Para leer la primera parte pincha AQUÍ) 

Evan se despertó en medio de la noche, llevaba planeando este momento desde hacía meses, se iba a escapar del orfanato.

Se vistió sin hacer ruido y metió en su bolsa de viaje todo lo que creía que necesitaría, llevaba el dinero que había estado robando, algo de ropa limpia, un poco de comida que había ido guardándose de las comidas y la caja con los objetos de sus padres. Abrió la puerta despacio, no quería despertar a nadie. El pasillo estaba oscuro, Evan lo cruzó con mucho cuidado, sabía las partes en las que la madera del suelo estaba más abombada y que por tanto sonaban al pisarlas. Llegó a las escaleras sin despertar a nadie, pero mientras las bajaba escuchó un ruido en la zona del comedor. Evan se escondió en la sombra y se quedo lo más quieto que pudo. Oía como su corazón bombeaba la sangre, no recordaba haber estado tan tenso nunca. Se dio cuenta de que el sonido se acercaba a las escaleras, le iban a descubrir y eso sería su perdición, le encerrarían en su cuarto y no le dejarían volver a salir de allí. Evan se asomó para ver quien venía, era uno de los cuidadores. Tendría que probar suerte, Evan se movió por las sombras en dirección a la puerta.

– ¡Alto! ¿Quién está ahí?- le habían descubierto, pero Evan reconoció la voz al momento.

-¡Ah! Pheril, no te había visto, ¿qué haces despierto tan tarde?

– Evan, ¿no se supone que eso debería preguntarlo yo?- Pheril le había calado, era más listo que otros cuidadores.- ¿qué haces despierto tú a estas horas?-le preguntó poniendo un notable énfasis en el tú.

– Tengo que salir- era lo mejor que se le ocurrió a Evan

– ¿A estas horas?- Evan ya no sabia que hacer. Decidió usar su última carta.

– Pheril, tengo que irme, hay algo ahí fuera que necesito conocer, no quiero pudrirme en este lugar, aquí no tengo futuro, y lo sabes tan bien como yo- Hasta que no lo dijo no se dio cuenta de lo mucho que necesitaba decirlo. Pheril lo miraba sin saber muy bien qué decir.

– Vaya, Evan, no tenía ni idea de que te sentías así. Sé que piensas que no tienes futuro, y no quiero que de tengas de mí la imagen de un traidor, puedes marcharte, pero tendré que ponerte una condición.- Evan no daba crédito a sus oídos, ¡le había convencido!, se iba a poder marchar por fin.

-¿una condición?- Pheril asintió- ¿cuál?- nada de lo que Pheril le dijera le podría desanimar.

– Iré contigo- Evan se había equivocado, sí había algo que Pheril podía decir que le desanimara.

-¿Qué vas a venir? ¿Por qué?, tú tienes todo lo que necesitas aquí, ¿qué razón podrías tener para renunciar a ello?

– ¿realmente necesitas una razón?

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