Azzel

Fuera llovía estrepitosamente. Azzel observaba el contorno del paisaje sin atreverse a salir de la cueva.  Su padre en cambio tenía que estar mojandose bastante, pues era día de caza y la tribu le había requerido.

El niño recordaba con nostalgia la época calurosa, cuando su madre los había llevado a todos a lo alto del cerro, para ver a los hombres de la tribu cazando, y tenía miedo de que algún bisonte se le echase encima cuando él fuese lo bastante fuerte para marchar por primera vez .Pronto tendría que ir,  pues contaba ya ocho veces que sus ojos habían visto las hojas caerse. Azzel no sabía contar, pero se lo había dicho su madre,y tenía que creerlo. ¿Qué estaría haciendo su madre? Le habían explicado que las ancianas de la tribu le ayudaban a que naciese su hermano. ¿No bastaba ya con tener que cuidar de tres? Se preguntó. Dando la espalda a la lluvia fue a revisar que los pequeños estuviesen bien cubiertos.

Abrió los ojos, acostumbrando las pupilas a la oscuridad… Había dos cuerpos respirando bajo las pieles…Olfateó…¿Dónde estaba Nuk?

Se adentró en la cueva buscando al mediano de sus hermanos. No veía nada, pero estaba claro que Nuk andaba por allí, y encima estaría trasteando en los útiles de su padre. Estaba muy oscuro como para buscarle, así que volvió a la entrada. Un rayo iluminó brevemente la explanada delantera de la cueva. Su padre había extendido maderas cerca de la pared frontal. Le había explicado que aquellas paredes atraían las luces de los rayos, y que podían tener luz si alcanzaban los maderos. Azzel corrió sin importarle mojarse para mirar si algún madero ardía. Se sorprendió al verlo, pero se dió prisa para que no lo apagase la lluvia.

La cueva se volvió más cálida cuando Azzel encendió algunos de los maderos secos que habían guardado. Y entonces vió a Nuk…Estaba gastando la grasa animal de su padre ensuciando la pared.

– ¡Mira Azzel! Papá está cazando un bisonte como este- explicó el pequeño Nuk señalando la pared. Lo fué a mirar pensando en gritarle, por gastar la grasa, pero se quedó callado. Él también lo recordaba así. Miró a su hermano en silencio y volvió a mirar la pintura. Aquello le había dejado sin habla. Decidió probar él.

____________________________14.000 años después_______________________________________

«A su derecha pueden admirar el comienzo del gran conjunto pictórico que se extiende por varias cuevas, aquí en Altamira. Fueron descubiertas hace 130 años por Marcelino Sanz de Sautuola. Durante 50 años estuvieron en boca de muchos, que dudaron de su autenticidad, aunque a principios de 1900 quedó fijada su autenticidad y comenzaron a debatir la propia obra. Como pueden observar en estos dos bisontes, fueron utilizadas las cavidades de la propia cueva para darle volumen a los animales….»

A Raúl no le interesaba lo que decía la guía. Bastante tenía con aguantar las explicaciones de la profesora durante el curso, como para escucharla a ella en sus vacaciones. Sus padres parecían estar atentos a la guía pero no miraban la pared. Nunca había visto un bisonte, pero aquello parecían toros marrones… ¿Quién los habría dibujado? Escuchó de nuevo a ver si lo decían.

El grupo andaba de nuevo. La guía seguía hablando a la cabeza del grupo.

«¿Saben? Cuando Picasso vino aquí quedó marcado por las pinturas de Altamira…De hecho se le oyó comentar a posteriori que después de Altamira todo parece decadente. Bien hemos llegado a la siguiente parada. Antes les enseñé un bisonte abultado gracias al volúmen de la cueva, aquí en cambio rasparon despues, no debieron de quedar muy convencidos del volumen obtenido… En estos se hizo la prueba del Carbono 14 los primeros, pues era más fácil el acceso. Datan de unos 12000 a 15000 años. »

Raul no necesitaba escuchar nada más. No sabía quien los había pintado, pero teniendo tantos años, se merecían una foto. Sacó su movil, seleccionó modo sin flash, y «inmortalizó» uno de los bisontes con cuidado de que no le viese la guía. Seguro que ninguno de sus amigos tendría nada así, ya les daría envidia cuando se la enseñase por el messenger.  Cuando llegaban a la salida la guía les dirigió a la zona de merchandising.

-¡Papá! ¡dame dinero!-rogó Raúl.

El padre sonrió llevandose la mano al bolsillo interior del abrigo.

-¿Te ha gustado entonces la excursión?-contestó sonriendo el padre mientras le entregaba un billete- Toma, que pronto es ¡tu octavo cumpleaños! No te alejes mucho, ¿vale?

Raúl corrió a mirar que podía comprarse con ese dinero, mientras sus padres buscaban recuerdos del viaje para los abuelos.

danixu
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6 Comentarios

  1. danixu dice:

    toma yizeh, para que te quejes de ciencia ficción futurista, ya es que no se que escribir para dejaros contentos jaja

  2. Pequadt dice:

    El principio de relato (los 4 primeros parrafos) estan bastante mal escritos. A medida que vas escribiendo, vas mejorando la forma de narrar la historia.
    Te recomiendo que re-leas el relato y que modifiques las primeras lineas 😀

    El relato en sí está bastante bien. La historia es sencilla pero está escrita con gracia.

  3. Lascivo dice:

    Ju, ju. Estoy de acuerdo con Germán en una cosa. Hasta el tercer párrafo no logro centrarme en la historia. Creo que hay algún fallo de redacción. Pero la segunda parte del relato me parece muy currada, sobretodo la «puesta en escena» que tiene al comienzo, en que no sabes bien dónde están. Me ha gustado mucho esa parte. ¡Pero échale un ojo, que hay alguna falta! Je, je. Me ilusiona que te adentres en la escritura de no-ciencia-ficción.

  4. danixu dice:

    Ya en serio… ¿Tan mal está? No se como cambiarlo más sin perder mi tipo de escritura «intimista y simple» jaja Yizeh sólo encontre dos tildes…Yo me atrevo con lo que sea, tu sólo dime un tema y yo te lo relato jaja seguro que ahora me dices algo imposible de relatar…

  5. Lascivo dice:

    no hombre, mal no está

  6. champinon dice:

    Me recuerda a Haluk, pero en plan serio… sabes k haluk y Azzel eran vecinos?? La cueva que yo describia esta tambien en santander

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