La luz en la montaña Cap 2 (Estruendo)
- publicado el 21/09/2014
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La Cadena; «Sensación»
En el centro de un laberinto de calles había un pequeño acceso a un sótano envuelto en olor a galletitas chinas. A través de esas paredes pintadas de color negro resonaba la voz histérica de un cantante… en aquel lugar que parecía un escondite se encontraba el Charleston Club.
Aquel sótano no era muy diferente al bareto que me llevó Aura… pero lo que era muy diferente era su atmósfera. Nada más entrar una extraña sensación me invadió… como si quisiera salir de ahí… Fue muy extraño:
– ¿Qué te pasa? – oí que me preguntaba Aura – Estás más pálida de lo de costumbre.
Pasé por alto su desagradable observación y fue entonces cuando me di cuenta que Kagura y sus amigos ya no estaban con nosotras. Recorrí la estancia con la mirada; estábamos en mitad de una pista vacía… rodeadas de una pequeña multitud que ni siquiera nos miraban… La mayoría bebían, fumaban, se besaban lascivamente y bailaban al ritmo de un estilo de música estruendosa que hacía vibrar el suelo… Lo que solía ocurrir en una discoteca, vamos. No había nada anormal… pero como ya os dije… la atmósfera era muy distinta… no me gustaba esta sensación. Fui arrastrada por Aura hasta la barra, donde se agolpaban un grupito de chicos escandalosos se. Al vernos silbaron obscenamente mientras nos miraban de arriba abajo:
– Cerdos – masculló Aura, fingiendo estar ofendida.
No dije nada, puesto que estaba más ocupada en encontrar a Kagura.
– ¡El Listón ya va a tocar! – oí que le dijo una chica a otra y me pregunté si se referían al grupo de mi amigo.
Me pregunté en voz alta donde estaría y Aura no tardó en contestarme:
– Están en el escenario.
Me giré bruscamente ¿¡Tan rápido!? ¿No se suponía que antes de tocar los grupos hacían unas pruebas de sonido? Cuando mis ojos se encontraron con Kagura, quien estaba desenredando unos cables y rodeado de cajas de sonido, me sobresalté ¿Cuánto tiempo había estado ahí? Entonces Coral subió con dos baquetas en la mano y se las dio a Dai, quien estaba sentado entre dos bombos. Ian estaba sentado sobre una de las cajas de sonido y leía unos folios con su eterna cara de concentración y seriedad. Cerca de Kagura estaba Any, muy ocupado afinando su guitarra o bajo. Cuando Coral abandonó el escenario, me pregunté donde estaría “Ewyn”.
– Ian está bueno – dijo con voz tomada mi amiga.
– Sí – reconocí sin prestarle mucha atención.
– Pero es un capullo.
Me volví hacía ella; tenía la boca cambada y cuando sus ojos se encontraron con los míos alzo las cejas; estaba borracha. Suspiré con resignación:
– ¿Por qué cada vez que salimos te emborrachas?
– Por que es de la única manera que me miran los tíos. – contestó encogiéndose de hombros – He probado con el Tuenti, con el Facebook y con el chat pero nada funciona ¿Te basta eso?
Desvié la mirada; Aura no tenía remedio. Cada vez que salíamos y se emborrachaba yo era su niñera… y eso suponía una total agonía y momentos embarazosos. Cuando se emborracha, mi amiga es ese tipo de beodo que pasa por diversas fases: la felicidad, el tedio y el llanto… Y cuando llora… me hace revivir su relación pasajera con un tal Javier que nunca conocí. Al parecer le hizo mucho daño… y esa noche también.
No es que Aura fuera fea, tuviera las orejas grandes o una nariz torcida. Era tan alta como una modelo, con un pelo castaño y liso que caía en forma de cascada por su espalda y con unos preciosos ojos pardos que quitaban el aliento. La sociedad es muy prejuiciosa con la gente “guapa”, así que lo que ocurre es que al ver a mi amiga la creen una pija superficial que solo sabe hablar de ropa, maquillaje, chicos y revistas… pero cuando descubren que no es así, sobre todo los tíos, se asustan porque mi amiga es el reflejo del dicho “Nunca juzgues a un libro por su portada”. Aura es lo que se dice una “intelectual”… y eso es lo que asustó a Javier.
– Me basta – dije finalmente.
– ¿Dónde será la susodicha fiesta? – preguntó posando su vista sobre Kagura – El lugar donde desencadenará vuestra relación adolescente, ya sabes. Besos, caricias, palabras repulsivas, horas al teléfono, el desfloramiento de la virginidad, sustos menstruales…
Le eché una mirada asesina:
– Como sigas bebiendo te monto en un taxi, Aura.
Ladeó los ojos, seguramente pensando lo niñata que era. Por un momento, la pregunta de mi amiga me pareció un tanto realista… porque hacía media hora había estado muy cerca de Kagura… nos había mirado y sonreído de manera muy distinta de la que lo hacíamos en el instituto… incluso, me cogió de la mano:
– Ey, perdonad – dijo una voz masculina y varonil, interrumpiendo mis pensamientos – ¿Tenéis hora?
Nos giramos a la misma vez. Frente a nosotras había un David de Miguel Ángel… ¡Era clavadito! La misma cabeza llena de bucles y la misma posición en contraposto. Lo único que le faltaba al enorme chaval era ser de mármol y la expresión en la cara de desafío. No pude evitar mirarlo con perplejidad. Fugazmente, posó su vista sobre la de Aura, seguramente acostumbrado a la sensación que causaba su parecido con la escultura.
– Eh… son… – balbuceó Aura y yo le di un codazo para que espabilara – Son las doce y media – dijo por fin, con voz más serena ¿Se estaría preguntando si estaba alucinando por los efectos del mojito?
El sonrió de una manera encantadora… era tan guapo como los modelos que salían en las pasarelas de Milán. Por un instante, parecí haberme olvidado de Kagura hasta que oí su voz:
– ¡Buenas noches Charleston Club!
Volví a girarme… y me lo encontré frente al micrófono con una sonrisa resplandeciente. La gente avanzó hacía la pista, agolpándose a sus pies.
– ¡Así me gusta, todos aquí! – rió, siendo aclamado – ¡Una vez más El Listón os ofrece el espectáculo de vuestras vidas!
– ¡Porque somos muy humildes! – gritó Any alzando su guitarra.
Sacaron algunas risas… pero una voz chillona que reconocí al instante se hizo presente:
– ¡KAGURA, QUIERO UN HIJO TUYO!
Mi amigo, incluso yo, no pudimos evitar no echar una carcajada. Coral era muy graciosa:
– Después – contestó él, controlándose la risa – Como habéis visto, me espera una grata diversión después de esto… Pero ahora seremos nosotros lo que os daremos la diversión que necesitáis. ¿¡CON QUE CANCIÓN QUERÉIS QUE EMPIECE!?
Entre los chillidos no pude articular bien que canción iba a pedir aquel energúmeno público… y yo me pregunté por primera vez que tipo de música tocaba esta gente.
Any fue el encargado de puntear los primeros acordes… seguido de Kagura, quien estaba deslumbrante… De fondo, sonaba el tintineo de unos platillos… La luz enfocó a Ian y su pelo parecía brillar como un diamante.
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Muy interesante el relato.
Por cierto, en la frase «no pudimos evitar no echar una carcajada» creo que la doble negación no es necesaria.
salvo que quiera enfatizar…
quizás iría mejor una categoría para este relato, y no «zona basura»
Pero es una frase confusa (en mi caso la he tenido que leer 3 veces, parando la lectura, porque me sonaba raro).
Vaya, gracias por decirme en qué me equivoque… pero me gustaría que fueran más sinceros porque escribo que es un espanto. Si no he puesto este relato es una categoria es porque realmente no me he molestado en descubrir como se hace… Pero bueno, tampoco daña a nadie. En serio, gracias por la observación
Tienes mucha inspiración en tu cabeza pero tus manos no estan preparadas para tal, sigue practicando, es la única manera de liberar esa esencia de escritor que llevas dentro, me ha gustado mucho tu obra, sigue así y al final verás como la práctica da sus frutos y tu lenguaje pasará a ser la extensión de tu mente; una mente joven, llena de ideas innovadoras.
Un saludo y ánimo!
Te animo que lo etiquetes de alguna forma. Mi consejo es: Historia por capítulos y fantástico.
Yo también te animo a que lo etiquetes… y sigue así, ya vas mejorando la ortografía! ^^
Me gusta mucho la historia, como describes a los protagonistas, como hablas un poco de cada uno y que parece que nada es lo que parece, valga la redundancia ;). Sigue así que ya hay ganas de leer que pasa.