El Vuelo del Cuervo (Parte I)

Bueno, este relato tiene relación con uno que escribí hace mucho.

La tripulación del Cuervo Negro (1º Parte)

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Manahdi  era una pequeña luna que orbitaba alrededor de Lophno, el gigante gaseoso. Era realmente una luna con tan poco interés que había pasado inadvertida por todos, incluso por los ojos de la Alianza. Está habitada por viejos ganaderos que subsisten como pueden y que llevan una vida normal, hasta que aparece algún delincuente que les extorsiona y les roba. Por ello es un buen lugar para que mercenarios de todo tipo se saquen algún dinero ocasionalmente. Para el capitán Van Ulrich y su tripulación esto significaba dinero fácil.

Wyatt, ¿ten cuidado quieres? – dijo el capitán dandole unos golpecitos a un botón rojo – Cada una de las cabezas que llevamos ahi atrás es un dineral. Si muere algúna, la descontaré de tu paga.

El viejo soldado tenía uno de sus usuales puros en la boca, y dándole grandes bocanadas, ignoró la advertencia del capitán. Era mucho mayor, y los consejos de éste le parecían muchas veces los de un niño encaprichado.

Finalmente tomaron tierra. Van Ulrich y su segundo al mando, Wyatt, acudieron a la cita con el comprador. Cobraron el dinero por el transporte de mercancías y se dispusieron a marcharse.

Ves, Dirk, no siempre tenemos problemas.

Justo cuando acabó la frase, tres hombres enormes les cortaron el paso. Inmediatamente llevaron las manos a sus revólvers, pero desistieron al ver numerosos cañones de escopeta apuntándoles.

¿Decías? – replicó el capitán.

De entre los dos más grandes salió una figura enclenque y pequeña. Llevaba un bombín, un reloj de bolsillo y tenía un tremendo bigote debajo de una casi tan grande nariz.

Señor Van Ulrich, me presento, soy Walter, el alcalde de Titch. No se preocupe no venimos a hacerle daño. Venimos a proponerle un trabajo.

¿Un trabajo? – Se extrañó, ahora un poco más calmado, el capitán.

Si. Es un trabajo algo «delicado». Verá hay unas viejas minas abandonadas al nor-este de aquí. Fueron encontradas y ocupadas por un grupo de bandidos que ahora la usan como base de operaciones para atacarnos, robarnos las piezas de ganado y asaltar caravanas. Le pido por favor, dada su gran reputación, que nos eche una mano.

El hombre parecía hablar muy en serio. En su cara se veía claramente la desesperación y la necesidad de ayuda. Pero esto no era algo que intimidara a Van Ulrich.

Lo siento little-boy, tendrá que marcharse con sus gorilas a otro lado. Tenemos prisa, y es la última advertencia,… Antes de que les hagamos daño.

Van Ulrich miró al hombre que tenía delante. Le sacaba dos cabezas por lo menos. «Si yo me ocupo de éste, y Wyatt de los otros tres… suponiendo que el alcalde se cague y se vaya,… esto está hecho».

No me ha entendido, Señor Van Ulrich. Les pagaré 2500 créditos a repartirse entre toda su tripulación. Siempre que los expulse para siempre.

Van Ulrich iba a hablar, pero Wyatt le interrumpió.

¡Hecho! – dijo el ex.soldado, y selló el trato con el alcalde. Después miró al capitán y, ante su cara de sorpresa, sólo pudo encogerse de hombros.

Les enviaremos los datos que disponemos al cuervo en cuanto nos sea posible. Un placer hacer negocios con usted,… con ustedes, señores. – dijo el alcalde mientras se alejaban, contentos de haber conseguido lo que querían. Wyatt y Dirk se quedaron mirando un rato más.

¡Wyatt!, acabamos de conseguir 1000 créditos. Hay que gastarlos antes de ir a por más. ¿Recuerdas? – la cara del capitán aún era de sorpresa. La inciativa de su segundo le había dejado helado.

Mira cap. si no hubieses querido hubieras dicho algo. Son 2500 créditos. Regresemos a por los demás.

Una vez en el cuervo el resto salió a recibirles. Alli estaba toda la tripulación: Hoban Qing, el más jóven y reciente miembro del grupo, en fase de aprendizaje y sin tareas concretas asignadas; Minek Mi-Wak, la mecánico de la nave; Michael «Quick Mickey» Osirian, encargado de la seguridad y pricipal relaciones públicas con los bajos fondos; y Nadaiba Liechtek, cocinero y «consejero espiritual» de la nave. Además también estaba Arhyssa, que aunque no formaba parte de la tripulación siempre estaba con ellos, alquilando una de las lanzaderas (convertido en su hogar y lugar de trabajo), al igual que hacían muchas otras «compañeras».

Dirk se adelantó a las preguntas y dijo en voz alta.

Hoban, Mike, preparad las cosas, nos vamos en media hora. Coged armas. – Mike ni pestañeó, salió disparado hacia su cabina en busca del macuto, Hoban comenzó a preguntar, pero rápidamente desistió al ver que el capitán continuaba con las órdenes sin hacer caso – Minek, prepara la nave y después ve con Nadaiba y con Arhyssa a Titch a comprar los recambios que hacen falta.

El plan era sencillo, había sólo 5 ó 6 hombres según el alcalde. La idea era adentrarse sigilosamente,  sorprenderlos y darles un escarmiento. Parece ser que tenían en su poder un par de naves ligeras. Ellos pondrían unas cargas para detonarlas. Al menos eso les habían pedido, el plan de Dirk era algo diferente.

Champinon. 16 de enero de 2010

Champiñon
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2 Comentarios

  1. Lascivo dice:

    Sólo voy a decir:
    «- ¿Ves, Dirk?, no siempre tenemos problemas.»
    Y que quiero leer las siguientes partes, tiene buena pinta, no te precipitas, narras con calma, mola, mola

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