El gallinero.

Erase una vez un gallinero en las afueras de cualquier parte del mundo, ya sea el sur de Gondwana, el este de Pangea o el centro de Venus, en el cual las gallinas vivían siempre con miedo de que los zorros las matasen.

El zorro se deleitaba día si, día no y día también de la jugosa carne de las gallinas y, cuando podía, de sus huevos y pollitos. De ese modo podía alimentar a su prole y a su mujer, que las malas lenguas llamaban zorra.

Un día una de las gallinas, la más fuerte, gorda, y valiente, quiso poner fin a la infernal situación y reunió a todas sus compañeras en un espeso circulo en medio del gallinero. Dijo que estaba harta de los ataques del zorro y que ya era hora de tomar cartas en el asunto. »¿Quién está conmigo?» preguntó, y como nadie le respondió se dió por vencida, pero mas tarde se acordó de que las gallinas no hablaban y le bastó con mirar los fervientes rostros de su ejercito para darse cuenta de que aceptaban plantarle cara al lobo, digo al zorro.

»Pues esto es lo que haremos: cuando venga le saltaremos todas encima y le mataremos a picotazos»

Al día siguiente apareció el zorro, relamiendose, a la misma hora de siempre. Cuando iba a abalanzarse sobre cualquier animal que se le pusiese a tiro, una nube de torpes gallinas se le echó encima y lo mató a picotazos.

Las gallinas clamaron orgullosas el nombre de su líder, que era la gallina mas gorda, fuerte y valiente. Ahora eran libres, podían vivir en paz y criar tranquilas a sus pollitos, sin otra preocupación que comer y comer y comer.

Mientras tanto, en la casa de los granjeros:

– Papá, hoy me apetece comer pollo.

daniloko
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1 Comentario

  1. Zilniya dice:

    ¡Jajajajjaja! Genial la fábula moderna, con toque irónico y final impactante. La libertad de las gallinas es relativa… 😀

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