Diario de un condenado parte 1
- publicado el 25/08/2009
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Estúpidos Ideales Parte I
Madeleine deja que el agua espumosa le toque los pies, la impresión del agua fría en contraste con su piel tibia le produce un ligero estremecimiento, recoge un poco de arena entre sus manos y deja que el viento se la arrebate lentamente, da una mirada al cuerpo extendido detrás de ella, la impresión del cuerpo respirando pesadamente la obliga a hilar los acontecimientos que la llevaron a amanecer en la playa.
Llevaba investigando a Jerónimo cerca de un mes con la esperanza de encontrar las personas que le habían ayudado a crear una campaña comunista. Jerónimo había diseñado una propuesta para rescatar el último humedal que quedaba en la región, además de ser el único sitio donde aún anidaban patos silvestres, pero más allá de una campaña ambientalista se podía entrever una crítica directa al régimen.
La campaña se publicó en un blog destinado a fomentar toda esta clase de basura comunista, sin saber que la publicación de contenidos anti-dictatoriales facilitaba el trabajo de la 2E-PR, la revisión de blogs era sólo una de las muchas formas que el régimen usaba para encontrar a los enemigos de la patria. Era de vital importancia para la dictadura tener control sobre todos los medios, pues esta clase de contenidos podrían infectar la mentalidad de los jóvenes, por casos con el de Jerónimo se hacía necesaria la supervisión estatal de medios informáticos. Además el humedal estaba destinado para la construcción de un gran condominio para aquellos burgueses que prefieren vivir en los suburbios, lejos de la ciudad y de toda su chusma, y obviamente era preferible suplir las necesidades humanas de alojamiento, en lugar de preservar un lugar para unos patos que no sirven para nada, a menos que estén acompañados de una buena copa de vino.
Madeleine no guardaba la esperanza de acabar ella sola con todas las personas que osaban tener ideas que fueran más allá de las que proponía el régimen, pero le reconfortaba pensar que tenía el poder de hacer algo en contra de aquellos que se atrevieran a hacerlas públicas. Sentía especial aversión por aquellos que se escondían detrás de la pantalla de un ordenador para saturar los blogs, las revistas, las redes sociales con comentarios que sólo pretendían generar odio y desestabilizar el régimen. Madeleine sabía que cualquier agente daría su brazo izquierdo sólo por tener la oportunidad de mantener al mundo a salvo para la dictadura, pero eran unos pocos los afortunados, ella fue seleccionada para vincularse al E2-PR “Escuadrón Especial para la Protección del Régimen” cuando le respondió a un hombre que intentó sobornarla para librarse de una multa de tránsito con un balazo en la mitad de los ojos.
-Afortunadamente es un grupo pequeño-, Se decía mientras apretaba los labios para emparejar el labial, así podría encubrir todo bajo un accidente de tránsito, la noticia de la muerte de los cuatro jóvenes saldría en el noticiero a medio día, pero sería inmediatamente opacada por el trágico suicidio del Juez López. Era el mismo Juez que semanas atrás había decidido dictar orden de captura contra un gobernador que había cometido fraude electoral, a pesar de haber recibido la orden de desestimar el caso. Ella no entendía porque se armaba tanto alboroto cuando se descubrían hechos como el fraude, si el ejercicio de la política es así, ese es su funcionamiento y las personas ya deberían estar acostumbradas.
-El que desobedezca al gobierno se está suicidando-, se dijo así misma con una sonrisa macabra que mostraba sus hermosos dientes perlados, mientras apretaba el revólver bien empaquetado en su estuche de cuero contra su muslo derecho.
Había citado a los jóvenes en un restaurante cerca a la autopista bajo la excusa de ser un asesor para estudiar más a fondo el proyecto de rescatar el humedal; Encontraba divertido ese juego de roles que le permitía su trabajo, había tenido tantos nombres, había sido desde médico a zapatera, sus cambios eran tan constantes que ya ni siquiera recordaba su color natural de cabello.
Continua
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