La Tristeza de la mujer que espera
- publicado el 10/02/2012
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El zumo que descubrió el mundo
Hoy he comprendido la ausencia de lógica en el comportamiento de los humanos.
Una anciana ha pasado a introducirme en la bolsa con los demás condimentos, y en el viaje que me ha llevado finalmente a su estómago, he podido verificar por qué, a pesar de la supuesta inteligencia de la que alardea, el hombre está destinado al fracaso y a la destrucción.
He visto un televisor y he escuchado una radio, he leído su periódico y les he oído conversar.
Y todo lleva a lo mismo.
El ser humano es egoísta, es cruel, es hedonista, y lo peor de todo es que encima es un hipócrita a más no poder.
Son los peores entre ellos, aquellos que guardan todo eso en su corazón y lo camuflan con historias de generosidad y de bondad.
El hambre en el mundo, que problemón, lo que hay que hacer es repartir la riqueza entre todos. Por supuesto es de su bolsillo de la que nunca saldrá nada, es un orificio sólo de entrada, tal y como lo es la boca.
Pretenden hacer creer que el mundo es un lugar mejor cuando tienen el control, que pueden positivizarlo hasta el grado máximo de la bondad y de la generosidad, además convirtiéndose así en personas libres. Pero no se dan cuenta que al obligarse a ello, se quitan lo más preciado de lo que goza la humanidad, y que ningún otro ente no puede tener por su falta de decisión, la libertad.
Yo sólo soy una naranja y mi vida a estado regida por lo que me rodea por naturaleza. Nací, crecí, caí, fui recogida, transportada un par de veces, triturada y tragada. Y en todo ello no tuve nada que decir.
El ser humano puede evitar eso, es una lástima que unos pocos les dobleguen como lo hacen, quién sabe, a lo mejor un día se darán cuenta que esa falta de libertad camuflada, puede ser tan mala como una obligación directa, natural.
¿Quién sabe?
Sólo ellos pueden cambiarlo, pero son ellos mismos los que en su libertad, se han enjaulado a propósito.
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Para serte sincera me gusta como esribes y la idea me parece original, sin embargo me da la sensación de que el relato no cuaja bien del todo.
Quiero decir que: sí, vale, es un zumo que ha sido testigo de la paradoja existencial del desarrollo civilizatorio, pero salvo por dos o tres tímidas referencias, es un zumo como podía haber sido una cabra o un ficus. Creo que la clave narrativa de esta idea tuya sería especificar mucho más profundamente cómo el zumo en su condición de zumo ha entrado en contacto con la hipocresía de la realidad humana occidental de la era contemporánea, ejemplificar al menos dos situaciones más claras en las que un zumo (en el hipotético de que un zumo pudiese reflexionar) se viese expuesto a las ideas que le llevan a la conclusión que, por otra parte, sí que has alcanzado en el relato, pero que sin una base empírica se queda prácticamente desnuda. Porque en sí la conclusión está interesante, pero el hecho de que el narrador venga a ser un zumo ni viene ni va, y eso (en mi humilde opinión) desliga el desenlace del sentido inicial de la propia obra.
Ante todo agradecerte el comentario. Y tienes razón… de hecho, es cierto, el personaje es un zumo de naranja porque vi un personaje que me inspiró que era una naranja… no por otra cosa… no sé, fue la excusa para llegar a la conclusión, la próxima vez trataré de ligarlo más!!
Carretero! Te voy a echar la bronca, muchacho. Tienes un par de faltas que a estas alturas y viniendo de ti son imperdoneibols. Una es «porque» cuando debería ser «por qué» (muy gore, nen). Y otra es «recojida», ¡con J! ¡Arg!
Por lo demás, creo que es un buen argumento que da pie a debate, lo que siempre está bien, y estimula los comentarios. Además, siempre me ha gustado la personalización de objetos inanimados. Es algo que nunca pierde originalidad. Chapó.