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- publicado el 25/02/2015
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Orbit de fresa
Hay sabores y olores que consiguen transportarme a sitios, hay un sabor muy especial que siempre me lleva al mismo sitio.
Entro en el recibidor de unos pisos altos, me miro en el enorme espejo que cubre toda la pared del hall, toco la tecla del ascensor y espero impaciente mientras agarro mi maleta. Al entrar cuento los números que relacionan a los pisos y le doy al penúltimo, nunca recuerdo muy bien si es el 4º o el 5º. En el recibidor hay dos ascensores uno que parece más nuevo, que sube y baja más rápido y es bastante más grande y justo al lado esta un pequeñito que parece entretenerse entre plantas, que tiene un olor ya incrustado a puro, siempre que llego llamo a ambos, pero el 99% de las veces siempre baja el mismo a recibirme, le tengo un cariño especial.
Un día me quede encerrada entre la 2º y 3º planta se abrió la puerta del ascensor y tenia justo un muro de ladrillos sin revestir frente a mí, me pase 2 horas decidiendo si agacharme y reptar por el hueco que daba a la segunda planta, o si esforzarme para alzar los brazos y subir a la 3º planta que siempre estaría más cerca de mi destino, siempre lo he pensado como una encrucijada que me propuso la vida para que me diera cuenta de que debo hacer cuando me encuentro ante los muros que nos impiden avanzar.
Cuando llega a la planta pega un pequeño vote, salgo hacia la izquierda y voy encendiendo todos los apliques de luz que hay a mi paso haya la luz natural que haya. Cuando llego a la puerta me planto en frente, me pellizco las mejillas y llamo con los nudillos y sin dejar que pase ni un instante demostrando mi impaciencia toco definitivamente el timbre. Oigo como se abren todos los cerrojos de la puerta, son siempre tres, uno que se abre con llave, otro que es manual y más es el más tardío y finalmente la típica cadena que se la oye como recorre cada milímetro del carril.
Nunca compro chicles de fresa y mucho menos de esa marca para no abusar de ese viaje que me hace revivir, siempre que tengo uno en mi poder espero el momento exacto para poder disfrutarlo mientras cierro los ojos y vivir cada instante de ese momento. Es siempre lo mismo, los mismo detalles, la misma situación y me encanta, agradezco que en mi mente las cosas permanezcan inamovibles, siempre rutinarias, disfruto de eso.
- Orbit de fresa - 05/10/2011
Bueno, bueno, bueno, antes de nada ¡bienvenida!
El argumento de tu relato es muy bueno. De alguna forma logras transportarme a ese momento en el ascensor. Pero hay un par de detalles que lo deslucen. Uno de ellos es a gramática, principalmente en el penúltimo párrafo. Creo que hay algunas palabras mal colocadas que sobran. Otro es que tienes alguna que otra falta un poco gorda (como «halla» que significa hallar, cuando deberías haber escrito «haya» de haber). Por lo demás, genial.
¡Un saludito!