Sobre la esperanza

Las sombras aparecen en las esquinas y me dibujan el perfil de tus senos. No es más que un recuerdo sutil y vano, pero casi puedo sentirlos bajo mis dedos. Los acaricio… y luego los beso. Jadeante, me ahogo en tu vientre y en la curvatura de tu cadera…

La sombra se desvanece como una primavera adolescente, y la soledad y la frustración de la realidad me acometen con su tenaz filo. Más allá, no hay más que dolor, nostalgia e impotencia. Más allá de mis remembranzas y mis ocasionales sueños, sólo puedo llorar con el corazón encogido y atravesado de puñaladas. Solamente puedo ser feliz engañándome con la alegre memoria del pasado. Y la esperanza, maldita ella, tiñe todo de su hipnótico color verde.

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