El Violin
- publicado el 02/07/2012
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Sueño de noches escarlata
La luna danza sobre las lánguidas nubes, la hora se acerca… ha llegado el tiempo… mientras el plenilunio sofoca mi alma, dejare mi historia a los vientos.
Han pasado ya seis noches desde que vino a mí… Era una noche estrellada el cazador resplandecía con majestuosidad, yo simplemente contemplaba desde mi ventana y dejaba volar mis manos sobre las melancólicas teclas del piano. Pasaba ya la media noche cuando a lo lejos distinguí una figura que se acercaba por el sendero que se extiende frente a mi casa. Cuando se hubo acercado lo suficiente al jardín la luz de la luna me permitió ver que se trataba de una mujer, un cabello negro y largo se extendía por su cuerpo y un hábito negro la envolvía desde los hombros hasta sus pies, al parecer venia forzando su paso y de inmediato me aproxime al jardín. Y estuve cerca a ella… unos ojos azules y puros me miraron con inocencia, y unos labios perfectos y escarlata exclamaban; ayúdame…, de inmediato la tome en mis brazos y la lleve hasta mi alcoba, su piel era tan lívida como aquella luna que nos observaba, y así le recosté sobre mi cama donde aquellos zafiros durmieron. Contemple por las siguientes horas su hermosa figura, los serafines alegres danzaban en mi cabeza y la luna entraba como rayos por mi ventana, mientras simplemente mis sentidos se adormecían. Desperté, el señor Ra ya se posaba soberano sobre los cielos, y recordando los eventos de la noche anterior de inmediato dirigí toda mi atención hacia la cama. Entristeció mi alma, ella no estaba allí. Pero algo brillo con el sol en su cabecera, lo tome en mis manos era un pequeño porta retrato de bolsillo, y al mirar su interior apareció la imagen de aquella, tan dulce y tan pura como podía recordarla.
Aquella noche me pose sobre la ventana, con alguna esperanza de volverla a ver, pero en vano desvele mis ojos. Mientras llenaba algunas copas de licor mis ojos se rendían a la noche… Caminaba yo por un sendero y a lo lejos se alzaba la majestuosa figura de ella. Corrí a su encuentro, su cuerpo lánguido se posaba sobre un jardín de rosas, me beso… Desperté, era de mañana, en mis manos sostenía el pequeño porta retrato, y en la imagen los labios de ella se bañaban en sangre. Pero mayor fue mi impresión al darme cuenta que de mis muñecas decencia el mismo néctar divino tan perfectamente como el Éufrates y el Tigris. Mi corazón retumbaba en hecatombe mandando truenos a mi cabeza así como lo hizo Júpiter contra los cielos y la tierra. Seis copas de cristal se habían posado sobre mi ventana, y la primera adoptaba un color carmesí puesto que contenía lo que parecía ser vino… vino escarlata…
Una noche más, la soledad me acompañaba como de costumbre y escuchaba mis lamentos en las melodías que desprendía mi teclado. Mientras los segundos pasaban como eras una voz angelical acompaño el llanto de mi sonata, la voz provenía de la ventana, ¡era ella!
Sentada sobre la ventana me sonreía, sus ojos eran el sosiego de mi alma y una vez mas escuche el canto de los serafines, esta vez acompañando mi sonata en una lengua tan hermosa y extraña como ella. Y su voz retumbaba hasta los planetas supremos donde tantas veces he existido, mientras se acercaba a mí, de nuevo aquellos labios escarlata me encerraron en un edén.
Desperté, una vez mas sostenía el porta retrato sobre mis manos, esos hermosos labios carmesí de nuevo se bañaban en sangre y esta vez no solo mis muñecas sino también mi cuello se condecoraban de este licor. Pero mayor fue mi asombro al notar que la segunda de las copas que se posaban sobre la ventana también había adoptado el color carmesí y el vino escarlata.
No había duda, ¡era mi sangre!, pero yo no quería tocar las copas, no quería irrumpir la voluntad de ella, temía no encontrarla hasta la eternidad. Siendo así deje al tiempo su libre albedrio, ya seria el señor destino quien vería el camino de mi lánguida alma, para mi no vale mucho el mundo, y por ella si fuera necesario nadaría en el leteo. Patético ¿no? Ni siquiera tengo idea de lo que es… simplemente lo siento…
Las siguientes noches no me abandono, me ha visitado y me ha hecho olvidar la melancolía, sus besos son el dulce frenesí que me conduce a la eternidad de L`amour… sabiendo que me condenan al infierno. ¿Suicidio?
No puedo negarlo cada noche que pasa mi cuerpo se siente mas y mas débil, y para cuando Shamash se asome tras el crepúsculo la ultima compa estará llena. Pasa ya la media noche una vez mas mis dedos juegan sobre el piano mientras Artemis nos observa danzando sobre los cielos.
¡Es ella! Camina sobre el jardín… viene por mi… no puedo escribir mas…
- El Violin - 02/07/2012
- Sueño de noches escarlata - 02/07/2012