Mujer vestida de flor
- publicado el 04/10/2014
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La noche azul
Una sombra se escabulló entre mis sábanas; y me apretó el pecho con una tenaza aterciopelada.
Fuerte… Fuerte… Fuerte y tenaz. Pero no dolorosa. Sino suave… suave… suave como el terciopelo.
Su hálito sabía a mar, su boca a estrellas. Sus ojos… agua. Cielos y océanos desbordándose en cataratas como una noche que se desprende de su luctuosa mortaja y se atavía con su vestido de gala azul.
Así era aquella sombra que se escabulló entre mis sábanas: una noche azul.
Me besó… me acarició con seda… me arropó cariñosa… me embriagó de néctar. Me mordió… ¡me saboreó! Me fumó, me cantó, me partió en dos, me comió, me pintó de saliva, me cosió a su piel, me acorraló…
Hizo todo lo que quiso. Y yo la dejé; dejé que la noche azul hiciera conmigo cuanto quisiera.
Iraultza Askerria
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