Curiosidad

Aún la recuerdo. De piel fina, y blanca hasta cegar. Alta. Pelo y ojos negros.

Hace muchos años ya que la conocí. En otra vida. Yo apenas me mantenía en pie. Había llegado mi hora, eso seguro. Pero ella vino y… me salvé.

Aún hoy recuerdo ese día como si fuera ayer, pese a que han pasado muchas, muchas décadas. Qué ingenuo era por aquel entonces. Un idiota que creía que iba a vivir por siempre. Con los hombros cargados de quehaceres y la espalda de puñales. No en vano fui uno de los mayores ladrones de la comarca, cuando la comarca existía. No robé oro, no, sino corazones. Y con razón, pienso ahora, más de un marido engañado vino a por mí, y más de uno me alcanzó, cuchillo en mano, llegado el momento.

Y hoy, tanto tiempo después de evitar mi muerte, tanto tiempo después de ese día, vuelvo a encontrarme con ella.

Sigue igual. Alta. Pelo y ojos negros. De piel fina y blanca, hasta cegar.

—Hola, Jimeno Santafé.

La miro de arriba abajo una vez más. Qué bella es. Y yo, mientras tanto, arrastro el peso de los incontables años en cada arruga. Un viejo calvo por completo, de mirada vidriosa clavada en la mujer que tengo delante.

—Hola —contesto.

Ella guarda silencio, hasta que intento decir algo. Me interrumpe antes de que la primera letra salga de mi boca.

—¿Estás listo esta vez? ¿Vas a venir conmigo?

Me mantengo pensativo un instante y miro al infinito.

—¿Cuántos años han pasado ya?

—Más de doscientos, Jimeno Santafé.

Asiento.

—Más de doscientos, sí. Han sido buenos años. Buenos años que te debo a ti.

Ambos callamos. No tengo mucho más que agregar.

Me dirijo hacia ella con pasos cortos, lentos, míos. Estoy preparado.

—Espera.

La mujer levanta una mano que me frena al instante.

—Quiero saber algo.

Esto me pilla desprevenido.

—¿Por qué, Jimeno Santafé? ¿Por qué no quisiste venir conmigo? ¿Por qué te negaste a morir?

—Tenía curiosidad —digo sin pensar, de forma automática—. Curiosidad por conocer el mundo. Por ver cómo cambiaría con el paso de los años. Tenía muchas cosas por hacer y muy poco tiempo para hacerlas todas.

—¿Estás satisfecho ahora?

—Sí, lo estoy.

Intento tragar pese a que tengo la boca seca.

—Recuerdas bien el día que debería haber muerto, ¿verdad?

—Sí —dice con rotundidad—. Un grupo de hombres te apuñaló varias veces como venganza por acostarte con las mujeres de varios de ellos.

—Eran buenos tiempos —sonrío.

—Eran otros tiempos.

Su cara permanece impasible.

—Guardo cada cicatriz en mi espalda como un tesoro, ¿sabes?

Ella calla.

—Me recuerdan quién soy, qué tuve y qué tengo. Me recuerdan las consecuencias. Y, sobre todo, me recuerdan el día que pude morir y no lo hice.

Continúa sin decir nada.

Yo permanezco de pie, quieto, callado y tranquilo un rato más, hasta que, decidido, me dirijo hacia ella y la abrazo.

Su tacto es paradójicamente cálido.

La vida se me va escapando a través de cada poro mientras miro los profundos y oscuros ojos de esta mujer alta, de pelo negro y piel fina y blanca hasta cegar.

—Necesito saber —susurro con mi último aliento—, ¿por qué? ¿Por qué me dejaste vivir?

—Tenía curiosidad, Jimeno Santafé. Curiosidad por ver cómo cambiarías con el paso de los años. Tenías muchas cosas por hacer, y yo todo el tiempo del mundo para vértelas llevar a cabo. Curiosidad.

Yizeh Castejón. Junio de 2013

Fuente de la imagen

Yizeh Castejón
Últimas entradas de Yizeh Castejón (ver todo)

4 Comentarios

  1. Yizeh dice:

    «La curiosidad mató al gato», dicen.

  2. Doxus dice:

    La curiosidad traicionó a la Muerte… o tal vez no la curiosidad, sino la impaciencia.

  3. Gonzalo López Sánchez dice:

    Me ha gustado mucho. Y en resumen es así gracias a:

    -Una historia sencilla pero entretenida, clásica y siempre interesante.

    -Un estilo directo y ameno.

    -Finaliza con una llamada a la reflexión.

    Me gustaría más si:

    -La escritura no fuese tan aséptica. Lo he intentado solucionar embadurnándome los ojos, pero nada.

  4. VictoriaPermuy dice:

    Hola Yizeh, ya no sé por dónde buscarte, te leo para ver si me haces caso…¿por qué no me ayudáis alguno a «encontrarme a mí misma?, estoy secuestrada en mi silencio… ayudarme a buscarme porfi. Un beso Victoria.

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada