La rehén
- publicado el 13/01/2014
-
El camino en la mirada
Cuando vuelvas te esperaré,
sola.
Porque tendrás que venir sola,
te lo exijo.
tendrás que venir sola y arrastrándote,
humillada,
penitente por toda tu obra.
Tendrás que venir sola por desconfiada,
por perra.
Completamente sola.
Y temblorosa de futuro.
Y yo te esperaré,
solo.
Ya previamente humillado,
ya previamente arrastrado.
Pero calmo.
Consciente de la soledad compartida.
¡Tan mía!
Y que será tan nuestra.
Y, cuando llegues, te sabrás más sola;
cuando llegues y me veas solo,
quizá rodeado,
quizá casado,
quizá con hijos,
pero solo.
Sabrás que llegas años tarde
y también sabrás que estás a tiempo.
Que yo mantendré mis promesas
y que te concederé un perdón
o dos o…¡cuantos quieras!
pero después daré mi espalda y huiré.
Paso a paso, despacio, sobre la nieve
borrando mis huellas,
negando mi rastro.
Mal acostumbrada al sí incondicional
te quedarás quieta,
inerte,
sin reacción.
Y pensarás,
quizá por primera vez,
que nunca jamás habías estado tan completamente sola.
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