Dead Memories Cap II

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Con el motor en marcha y preparado para una maniobra evasiva, me encontraba paralizado. Ante mí se encontraban ambos coches, parados y con “síntomas” de una salida precipitada de sus ocupantes.

Permanecí unos segundos en el coche, expectante. Quería asegurarme de que si salía de mi vehículo no correría ningún peligro de aparecer en medio de un tiroteo, pero mi intriga era más fuerte que el miedo que sentía. Apagué el motor y muy cauteloso salí, dirigiéndome al coche patrulla.

La noche había conseguido teñir el lugar con su especial manto negro, donde solo las luces del coche patrulla lanzaban un poco de claridad. Esto hacía que mis piernas temblaran a cada paso según caminaba hacia el coche. Pero lo que más me aterraba era el silencio, un silencio incomprensible dadas las circunstancias, sólo roto, por el sonido del “motorcillo” giratorio de las luces del coche policial y por algún entrecortado mensaje de radio donde exigían la ubicación de los agentes. En frente, estaba el acceso a la fábrica que pasaba por un antiquísimo muelle de carga, que a pesar de los años conservaba su especial encanto y aún invitaba a pensar en la vitalidad que reflejo en sus tiempos de gloria.

Poco a poco me fui adentrando al interior de aquella fábrica…
Durante unos minutos de incertidumbre y sin haber encontrado rastro alguno de los agentes, creí pensar que me había equivocado de camino y que tal vez, estos no habían seguido al sospechoso al interior de aquella angustiosa fábrica. Estaba dispuesto a regresar por mis pasos, cuando sin previo aviso e incomprensiblemente comenzó a sonar una canción, que dada las circunstancias, me parecía de lo más siniestra.

Intenté ubicar la procedencia de esa melodía y según avanzaba pude entender que ésta procedía de una segunda planta, me apresuré a llegar a las escaleras de acceso. La situación era lo más loca que uno se podría esperar en un acontecimiento de ese calibre. Me encontraba en el interior de una ruinosa fábrica donde solo los desvencijados focos de emergencia revelaban lo que la oscuridad ocultaba a pocos metros de ellos, todo esto, rodeado por una extraña melodía…Muchas preguntas se formularon en mi cabeza, pero aún así decidí continuar mi búsqueda.

Llegué a las escaleras y pude contemplar como desde donde me encontraba hasta la planta superior, el camino era de una total oscuridad, solo un punto de luz al final de las escaleras indicaba que había una continuidad de estas. No sé de donde saqué la valentía para dar aquel primer paso que me llevaría a esa segunda planta, pero lo hice. Una vez arriba, mi corazón me dio el primer aviso a modo de latidos desorbitados, todo ello provocado por las macabras figuras, las cuales confundí en un primer momento con personas, que me esperaban ansiosas al final de las escaleras. Se trababa de seis o siete filas de maniquíes y cada fila tenía diez unidades, todos ellos colocados de una forma extraña y estrictamente alineados, como dando la bienvenida a todo aquel que subiera allí. De pié y con los brazos abiertos y la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, estos me recibieron.

Me abrí camino entre ellos y a pesar de saber de que eran meros “títeres” de muestrario, el miedo se había apoderado completamente de mí, consiguiendo así, sumergirme en un estado de ansiedad y angustia superlativos. Al final de esa curiosa travesía parecía estar la ubicación de la música que me llevó a aquel lugar, podía ver una enorme vidriera de lo que adivinaba ser una oficina inmensa. En su interior había tres personas, parecía tratarse de la típica reunión de empresa, ya que dos estaban sentadas y de pié otra parecía mirarles apasionadamente realizando leves pasos hacia un lado y al otro como si estuviera analizando lo que estos le estarían diciendo, algo que me desconcertó, ya que, ¿Qué hacían allí aquellas personas?, ¿Quiénes eran? ¿Se trataría de los agentes intentando convencer al sospechoso? Aunque la disposición que presentaban no parecía ser la más adecuada para ello. Decidí pararme en medio de aquellos maniquíes y esperar acontecimientos. Pero casi al instante sentí un fortísimo golpe en la cabeza que me tiró al suelo, giré sobre mí mismo y casi a la par algo se me echó encima, atacándome con saña y prácticamente con un único fin, arrancarme la vida. No sabía quién o qué era, pero un acto instintivo de supervivencia me hizo comprender que debía responder a su ataque con todas mis fuerzas…

 

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