La fiesta del amigo invisible.

El Director General, un déspota, adelantó en Noviembre que dejaba la empresa, por lo que se decidió hacer coincidir la cena de empresa de Navidad, con la de su despedida. A los postres, se entregaban los regalos del amigo invisible. Esta vez nos habíamos puesto de acuerdo varios de nosotros para que recibiese el regalo que merecía. Al abrirlo se encontró con un ejemplar de El Padrino, acompañado de un látigo (algunos habían sugerido que se cambiase por una pistola de juguete, pero se desechó la idea, por “peligrosa”). Para consolarle, los pelotas de turno le comentaron que se tomarían medidas disciplinarias cuando se descubriese quienes habían hecho esa injuria. Jamás se supo pero la fiesta del amigo invisible no volvió a celebrarse en la empresa.

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