Amor y Muerte

I INFANCIA

Me llaman Muerte, pero no me tengas miedo, amor

porque velo tus sueños cuando duermes sin soñar.

y, creyendo tú que es la brisa, menguo tu dolor

aunque tú no lo sepas y yo no lo pueda evitar.

Debía acabar aquel lejano día con tu vida

y cuando te vi, cuando te tuve justo delante,

ahí, jugando entre tus muñecas muy distraída,

mi mano se paró apenas un leve instante,

«¿Qué pasa?» –Pregunté mientras te observaba-

y tú, sin darte cuenta, me miraste sonriente

dejando mi corazón sin la muralla que lo rodeaba

y echándome hacia atrás cual enamorado demente.

Vas creciendo y corriendo entre los campos de flores,

y yo, escondido, te observo cómo ríes y te diviertes

persiguiendo bajo el Sol a las mariposas de colores.

¿Por qué jamás te abrazarán mis manos inertes?

Eres tan revoltosa que casi no puedo protegerte,

pero sin que lo sepas consigo salvar tu vida

y tú, radiante, creyendo que es suerte

vuelves a casa para curarte la pequeña herida.

 

II MADUREZ

Y así, el minuto se hace día, y el día… año,

y tú vas viviendo la vida que yo jamás pude vivir,

¿Acaso algún día se curará en mi corazón el daño

de amarte y no tener fuerzas de poderte evadir?

Pasaste de color marfil ante el altar,

y aquel día te hiciste un poco más lejana,

como se aleja un barco por el mar,

como se aleja un meteoro por la ventana.

Ahora cuidas a un hijo que debería haber sido mío

y acaricias a tu marido después del duro trabajo,

yo, viéndolo, sólo puedo languidecer en mi hastío

para desaparecer ante esa escena cabizbajo.

Qué triste y doloroso es ser para ti desconocido

como lo es el viento que nos roza la piel

pero, sin embargo, puedo decir que te he querido

como puede llegar a amar el cielo al tierno clavel.

Lo amas, no hay duda de ese gran sentimiento,

pero a veces observo tu rostro de casada

y veo esas ganas de ser libre como el viento

y volar hacia tierras despobladas.

III VEJEZ

Te balanceas dulcemente mirando por la ventana,

contemplando la noche en su oscuro esplendor,

solo ella parece responder a tus silencios de anciana

pero yo, a tu lado, sigo escuchando tu dolor.

Sin que me veas me apoyo contra la puerta

mientras observo cómo tu respiración se acelera.

Tu marido se murió, ya tu boca está desierta

de besos que nacían en tu primavera.

Postrada en la cama, sin moverte, de repente

clavas tus ojos en mí por y sonríes a mi presencia

Sí… sonríes, pero son unos labios dolorosos e hirientes.

Cae tu mano… y te vas con la paz de la inocencia.

Ya descansas pálida entre mis brazos débiles y pesados

¿Por qué? Ahora que te tengo tu vida finalmente ha acabado

yo, impotente, enredo mi mano en tus cabellos nevados

para descansar mi frente en tu pecho por siempre apagado.

Nunca te besé, soñé con rozarte pero jamás te tuve,

sin embargo te amé incluso siendo lejana como una nube…

y aunque mi condena sea ver morir todo lo bello eternamente,

tú vivirás para siempre… en el corazón de la Muerte.

Orion
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2 Comentarios

  1. fabioandres1002@hotmail.com dice:

    Pude vivir tus letras, gracias nena… me conecte mucho en esta parte: …» ¿Acaso algún día se curará en mi corazón el daño
    de amarte y no tener fuerzas de poderte evadir?»… un abrazo…

    1. Orion dice:

      Gracias por tus palabras, la verdad es que yo también le tengo aprecio a esta historia y especialmente la parte de VEJEZ. Ahora a esperar los resultados del otro concurso.
      ¡Un gran abrazo!

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