SOS

Pensaba que no se podía ser feliz más de dos días seguidos y llegó un momento en el que se acostumbró a estar triste. Creó una dependencia insana y destructiva hacia alguien que no era capaz de decirle «te quiero» y todo porque, según él, ella ya lo sabía y no era necesario decírselo. ¿Para qué te lo voy a decir? ¡Si ya lo sabes! -le decía.-

Y así pasaron los días… Se le hicieron eternos, pero al fin, ella consiguió salvar su vida.

Gemma
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