El Leopardo Dormido

Al cerrar los ojos la niña, el corazón del leopardo comenzó a latir. Observó el territorio de caza frente a sí. Tendría unas 5 horas hasta que la actividad rutinaria de la casa le obligase a ser aquel inocente peluche sobre la colcha del bebé… pero ahora era su momento, sentía los tambores de la selva golpeando su interior. El espíritu de la imagen representada era más fuerte que el material del que estaba fabricado. El acecho y la sed de presas crecían, y  mientras las fibras se convertían en músculo comenzó a caminar hacia el alféizar de la ventana.

Lidia
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