Lejanía

-Entonces… ¿No tienes reino?

-¿Reino? –Repitió ella, saboreando la sensación que le producía la palabra.

-Sí, un reino. De los de verdad, de los de vasallos, caballeros y magos.

La desconocida, delicada, sonrió con amargura y miró hacia el infinito. El joven campesino pudo ver nostalgia y dolor dibujados en sus ojos, adivinó un profundo sentimiento de soledad. Respiró hondo y esperó unos segundos en silencio hasta escuchar su respuesta.

-Sí… una vez… una vez lo tuve -suspiró -pero se extravió él solo. Desapareció de nuestras vidas sin más, y fue entonces cuando me perdí yo también.

Salamandra
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