Cuando tú llegabas todo se tornaba diferente

yo aguardaba impaciente

y  presentía tu llegada como el perro a su amo,

todo estaba vivo y tu cercanía

me hacia grande, inconmensurable.

 

Cuando tú llegabas y me hablabas

todo comenzaba en ese instante

y en mi mente de niña pensaba

que te tendría siempre.

Eras poderosa y engendrabas seguridad en cada beso.

 

Cuando tú llegabas tus abrazos

me impregnaban de tu olor

y sentía ese calor que solo en ti encontraba.

me quedaba serenamente inmóvil

contemplandote toda.

 

Cuando tú llegabas, llegaba Dios

y yo creía; creía que la vida

era perfecta en lo cotidiano, en lo corriente.

 

Cuando tu llegabas yo sabía que hacer y lo hacia.

Ahora que tú no estás… estoy vacía.

Ana Maria Rodriguez Ramos
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