La máquina del tren de carbón

La máquina de tren de carbón

La máquina de tren de carbón

El día había llegado. Los nervios se hacían patentes. Todo estaba listo: maletas, la cesta de mimbre y el botijo con agua, que llegaba a casa de los abuelos más negro que el carbón.

La llegada a la estación suponía, para mi hermano y para mí, algo grandioso, con olor a carbonilla por todas partes y sonido de los silbatos de los trenes. Los minutos se convertían en horas, congelándose como el hielo, pero nos entreteníamos pensando en cómo sería la máquina de carbón. Recorríamos el andén y asomábamos la cabeza para ver entrar la máquina del tren de carbón.

Antonio Tomas Moriel Fernandez
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